OPINION

Manuel del Rosal: «Los Goya: ejemplo de miseria moral colectiva: Ni un minuto de silencio»

Manuel del Rosal: "Los Goya: ejemplo de miseria moral colectiva: Ni un minuto de silencio"

Ya caía el día a plomo para dejar paso a la noche. La ciudad de Porcópolis se preparaba para hacer, una vez más, ostentación del muro que separa al pueblo de los que ostentan el poder; lo hacía mediante la excusa de la gala de los Goya.

Allí estaban la creme de la creme de la venalidad, de la deshonestidad, de la insensibilidad y falta de empatía. Bajo los focos lucían las lentejuelas, las cirugías estéticas, los diseños de mal gusto, las palomitas al cuello que no podían tapar la hipocresía que sobrevolaba la gala.

Los políticos de actualidad al frente de los cuales estaba nuestro presidente Sánchez, sonreían con esa sonrisa estúpida que los caracteriza y que nunca encaja con el momento ni con el lugar, acompañaban a esos seres seráficos que forman lo que se ha dada en llamar cultura. Todos ellos demostraron que carecen de sensibilidad, de empatía, de sentimientos; todos ellos mostraron como su corazón no es tal, sino una caja registradora para ir sumando partidas a su ambición, su codicia monetaria y de poder, sus subsidios y sus privilegios de casta, de la casta política y de la casta cultureta. Todos ellos están revestidos de arrogancia, son padres de la mentira y están casados con la malicia; bajo sus trajes de etiqueta ellos y de lo que llaman glamur, ellas esconden su naturaleza ególatra, narcisista, codiciosa, ambiciosa y propensa a la falsedad.

Ni un minuto de silencio por los guardias civiles asesinados en Barbate. Todos los presentes en la gala de los Goya dieron muestras de su miseria moral y de una espantosa carencia de empatía hacia los que trabajan, en la mayoría de los casos en condiciones mínimas de protección, por nuestra seguridad; ni un recordatorio a esas viudas y a esos niños que han quedado huérfanos. La sala en la que se celebró esa gala, con su silencio cobarde y sectario mostró la espantosa falta de sensibilidad de esa gente en cuyos pechos anida la miseria moral y sus corazones – si es que los tienen – son solo una máquina de latir.

Los políticos todos presentes en la gala, al frente de los cuales figuraba Pedro Sánchez, callados; cobardemente callados. Los asistentes, callados; los académicos, callados; los actores, callados. Todos los que fatuamente se acomodaban en sus asientos, vergonzosamente callados. No hubo nadie a quién se le ocurriera pedir un minuto de silencio por los asesinados en Barbate y un sentido recuerdo para sus esposas y sus hijos. Hay momentos en la vida en los que, sin tener en cuenta ideologías e intereses los hombres debemos dar muestras de sensibilidad, amor, sentimiento y entrega a quienes luchan por mantener la paz. Pero los hombres de honor son animales a extinguir, sobre todo los que han vendido su honor. Hay que ser muy mísero para, estando aún calientes los cuerpos de los guardias civiles asesinados, no pedir un minuto de silencio por ellos en un evento que se transmitía para todo el país y del que se hubieran sentido confortados sus familiares y agradecidos los ciudadanos. No, la miseria moral, los intereses de todo tipo y la cobardía de quienes, pensando que ese minuto de silencio debería hacerse, callaron sus bocas, convirtieron la gala en un retablo de más de las miserias que adornan a algunas personas cuyos corazones son odres vacíos.

MAROGA

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