Al enemigo ni Justicia

Al enemigo ni Justicia

Si se contempla el panorama político español, la máxima que encabeza estas líneas surge inmediatamente desde el recuerdo. Aunque, con su complemento que cerró la afirmación en boca de su autor; y al amigo, todo. Y así sucede por obra y gracia de un gobierno que ha hecho de la ostentación, de la ocupación, su único objetivo. Las prebendas que concede a todo aquel que, o bien le ensalza o bien comulga con sus modos y formas, son absolutamente evidentes. Ya no se trata de créditos, subvenciones, rescates, sino de borrado de cualquier mancha que haya sido plasmada en la historia personal de ese amigo. Tanto es así que los afectados por sentencias sobre los ERE,s, se ven exonerados con una teoría jurídica por la cual suspirarían todos los hombres juzgados en Nuremberg.

Todo cuanto surge del Parlamento tiene las bendiciones de la ley, sea la que sea, lo cual elimina cualquier posible imputación por dolo penal. Penal o civil o mercantil, tanto da. Es la voluntad del legislador, se oye exclamar, con lo cual no hay posibilidad de contradicción. Nos hallamos en plena instauración de un régimen asambleario en el cual todo está permitido y consentido, siempre y cuando haya sido querido por el gobierno y sancionado por la mayoría asamblearia. Ejemplo; la ley de amnistía para la convivencia. No cabe oposición alguna a su cumplimiento dado que es voluntad del legislador y la deben acatar jueces, fiscales, abogados… No cabe oposición, razonada y justificada, que contradiga esa voluntad declarada por la mayoría asamblearia. El término que surge espontáneamente es evidente; autarquía. Un régimen que se aproxima, casi sin fronteras, a la dictadura.

Siguiendo con la contemplación del panorama político, otros indicios ratifican tal impresión; el TC está ocupado por expolíticos, la fiscalía general alardea de seguir las ordenes del gobierno; el Consejo de Estado está presidido por una ex ministra, la empresa pública Red Eléctrica, también; el CIS sigue instrucciones del gobierno;  el Tribunal de Cuentas, goza de una presidencia pro gubernamental; la presidencia de las Cortes esta en manos de una sumisa a los guiños del presidente del gobierno; y así hasta una retahíla de cargos, instituciones y agencias cuyo principal objetivo es salvaguardar al gobierno y a su presidente autárquico, en especial.

Todos son amigos, y por lo tanto tienen derecho, considera el gobierno, a recibir cuidados, atenciones y prebendas para seguir manteniéndose en el machito.

En contrapartida, al enemigo ni justicia. Toda sentencia dictada por órganos jurisdiccionales competentes puede ser revisada y modificada, cuando no anulada, por un tribunal superior que se está irrogando la competencia y jurisdicción más alta. Y en tal tribunal el parámetro que impera es la aritmética. Una mayoría vence siempre a otra minoría, sin atención alguna a los razonamientos jurídicos que se puedan alegar. La instrucción gubernamental es la voluntad que imperará e incluso será avanzada en el tiempo para mayor solaz y fatuidad del dirigente. No hay en ello justicia alguna, sino obediencia servil. Han sido colocados a tal fin, y a él se ajustan sin salirse de la raya, no sea que el autarca se moleste y les “expropie” su cargo. Poner en riesgo su dignidad personal o profesional, no es obstáculo.

La sensación de inseguridad jurídica es absoluta en el ciudadano corriente, normal, que experimenta como, paso a paso, se está convirtiendo en un siervo de las hordas del poder. Unas hordas que lo han copado todo, incluso la dignidad y el esfuerzo. Quién no siga la senda ideológica del autarca, se enfanga en la ultraderecha. Quién se atreva a poner en cuestión, judicial o mediáticamente, conductas del autarca o de sus afines o de sus colegas o de sus próximos, es una máquina del fango a las órdenes de la ultraderecha.

Ningún escrúpulo del gobierno en mercadear con dineros públicos, con cargos públicos, con bienes públicos, con derechos públicos, con dignidades públicas; todo le está permitido para lograr su objetivo prioritario, ocupar el poder, todo el poder, todos los poderes, sin tiempo ni medida. Está amparado por la asamblea que ha comercializado y por los tribunales que ha configurado.

Es la quinta esencia de un gobierno que ha hecho de la máxima del golpista argentino Juan D. Perón, su enseña; al amigo todo, al enemigo ni justicia.  A sus amigos les está dando España, al enemigo ni el derecho a existir.

Francisco Gilet. Colaborador de Enraizados.

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