“Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?” Mateo 7:16
En estos tiempos se diría ¿Acaso una mente perversa puede producir hechos beneficiosos para la comunidad?
Este versículo nos avisa de que no debemos juzgar al prójimo por su apariencia externa, por sus palabras, por la posición social y económica que posee, sino por sus hechos. Debemos tener en cuenta que la naturaleza fundamental del ser humano no puede cambiarse y, por tanto, antes de juzgarles o creerles tenemos que ser cautelosos y recordar sus acciones pasadas con las que han demostrado sus verdaderas tendencias.
La del escorpión y la rana es una fábula atribuida a Esopo que destila sabiduría sobre la naturaleza intrínseca de los seres vivos y que es atribuible fundamentalmente al ser humano. Nos avisa de como los hechos son determinantes a la hora de descorrer el velo que tapa lo que el pecho del hombre encierra como consecuencia de su naturaleza.
La naturaleza en el ser humano puede inclinarle al bien o al mal y no puede hacer nada por cambiarla. Puede permanecer escondida tras los entresijos del devenir cotidiano, pero es en los momentos imprevistos cuando esa naturaleza escondida aflora incontenible mostrando lo que realmente es ese ser humano.
En el sermón de la montaña Jesús nos avisa de que solo por los hechos, por los frutos los conoceremos. La fábula del escorpión y la rana nos ofrece una moraleja educadora en la que confronta el mal y la estupidez que, aprovechado por el mal, saca un beneficio.
No creo que sea necesario aclarar más lo que Jesús nos dice sobre la naturaleza del hombre que solo se muestra tal como es a través de sus hechos, de sus frutos. Entremos en la fábula del escorpión y la rana: Un escorpión en la orilla de un ancho río. Las aguas bajan con fuerza, Quiere ir a la otra orilla, pero teme ahogarse. Aparece una rana que, decidida, va a atravesarlo. Con voz aterciopelada y meliflua acompañada de gestos muy amistosos, el escorpión se dirige a la rana.
Señora rana ¿podría ayudarme a atravesar el río?
Escorpión, he oído las historias sobre ti y tus hechos; ¿por qué he de arriesgarme a que me piques con tu aguijón y muera con el veneno que destilas?
Ya no soy el mismo. He cambiado y no te voy a picar. Por favor ayúdame, eres la única opción que tengo para atravesar el río.
La rana, llevada de su estupidez, lo cree a pesar de conocer su pasado y accede a llevarlo sobre su lomo hasta la otra orilla. Cuando se encuentran en medio del río, la naturaleza del escorpión, descorriendo la cortina de su hipocresía, con saña pica a la rana.
Con sus últimas fuerzas la rana le pregunta – ¿Por qué lo has hecho?, ahora moriremos los dos, yo envenenada y tú ahogado.
Porque es mi naturaleza
No importa cuán tentadora sea la oferta, debemos ser cautos y prudentes, más aun, conociendo los hechos de quien nos la hace.
La rana, se dejó llevar de su estupidez y, al igual que muchos seres humanos que han olvidado o no quieren ver la verdad del historial de hechos de aquel cuya naturaleza es perversa, pagó con su vida su estupidez.
España acaba de sufrir una tormenta bíblica. La actuación del gobierno en general y del presidente en particular, no ha sido precisamente modélica. Sánchez, para tapar su chapuza, promete ayudas millonarias ¡faltaría más! Y con esa frialdad y falta de escrúpulos que caracteriza su naturaleza, haciendo cálculo político con la desgracia, pide que le aprueban los PGE y así garantizar esa ayuda. Lo que en realidad quiere Sánchez, al igual que el escorpión de la fábula, es que le ayuden a cruzar el río profundo y tumultuoso de los PGE. Y eso es así porque, el escorpión actuó perversamente dada su naturaleza perversa, al igual que la perversidad y falta de escrúpulos de Sánchez supedita las ayudas a la aprobación de los PGE sin que los unos tengan nada que ver con los otros.
Por sus hechos los conoceréis.
MAROGA