OPINIÓN

Juan José García Jiménez: «La Constitución cumple años»

Juan José García Jiménez: "La Constitución cumple años"

Yo ya era un hombre adulto, aunque todavía joven, cuando la Constitución Española actual fue aprobada.  De eso hace cuarenta y seis años. Fue el día 6 de diciembre de 1978.

Los periódicos hablaban del fin de las dos Españas. Hacía muchos años que Marañón había afirmado aquello de que “La historia de España ha sido una continua guerra civil. Desgraciadamente es verdad y en ello hemos de buscar, tal vez, la causa mayor de nuestras malas venturas nacionales.(1)

Los medios de comunicación entonces, en 1978, lanzaban a los cuatro vientos el propósito que parecía anidar en las entrañas de la sociedad española. ¡Jamás otra guerra civil! ¡A la concordia por la libertad! ¡Viva la Constitución!.

Los dos canales de televisión que entonces existían se llenaban la boca llamando a los españoles a la fraternal convivencia. Al disfrute de la libertad en paz. Aunque el miedo a un futuro incierto helaba los corazones. Algo gritaba en las honduras españolas aquella afirmación que Marañón había enunciado hacía ya muchos años.

La realidad social durante aquellos momentos históricos quedaba dibujada por los tiros en la nuca con los que algunas bandas terroristas (ETA, GRAPO, etc) sembraban el devenir cotidiano de las calles españolas. Los secuestros. Las bombas. El terror, en definitiva, se apoderaba del corazón de los españoles aquellos días.

En las profundidades del alma española habían echado raíces de nuevo los desoladores versos de Machado:

Ya hay un español que quiere vivir,

y a vivir empieza.

Entre una España que muere,

y otra España que bosteza.

Españolito que vienes al mundo

te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón.

Han pasado casi cincuenta años. La concordia anhelada hace casi medio siglo ha devenido en una quimera. La navaja que parte España en pedazos es afilada. Las heridas abiertas en las entrañas de los españoles supuran pus de odios. Odios que los malvados cultivan. Odios que los ignorantes secundan. Odios de los que la canalla vive. Sólo la corrupción, el robo y la miseria dan asientos a las estructuras políticas de la nación.

Y así hemos llegado a un panorama en el que, entre los que hoy rigen los destinos de esta nación agonizante, son multitud los que queriendo mostrarse como rapsodas de la virtud, devotos del progreso y cantaores de la solidaria igualdad, no dejan de ser majaderos zampabollos, huecos y vacios. Rebosantes tan solo de codicia y hueros de moral. De chusca y cómica pedantería. Viles sus espíritus. Ruines sus conductas.  Rufianes y engañadores.

Llegado al punto en el que nos encontramos, es posible que quizás solo nos quepa rezar. La nación endeudada hasta las cejas; movimientos secesionistas que incluso amenazan con la disolución de la identidad española; la sociedad corrompida. Unos políticos al servicio de intereses ignotos y alejados; unos políticos dedicados a inocular en las gentes la división y el enfrentamiento, pues a rio revuelto ganancia de pescadores; unos políticos, que tienen sus mentes rebosantes de malévolas ignorancias; unos políticos borrachos de insaciable voracidad. Pero políticos que, no hemos de olvidar, han sido elegidos por los españoles. Luego, habremos de admitir que la mayor parte de nuestros compatriotas comparten los valores de los políticos mendaces que ellos mismos eligieron.

Sí. Es posible que rezar sea la única salida. Ojalá el Dios-Amor que Jesús de Nazaret nos víno a revelar se apiade de España. Ojalá el Buen Dios, Creador de todas las cosas, se compadezca de ésta desdichada nación, tal y como repitió tantas veces Benito Pérez Galdós.

Españoles fuera de España. Gregorio Marañón. Ed. Espasa Calpe. Colección Austral. Pág. 22. Madrid. 1968.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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