No pretendo que el odio, el rencor, la envidia y la venganza — cuatro, de los muchos pilares sobre los que se sustentó nuestra «casi ya» olvidada, fraticida y cainita Guerra Civil, durante aquellos tres largos y ominosos años– sigan enturbiando nuestra democrática convivencia actual, que ni es convivencia ni es democrática ni es nada que se le parezca.
Lo de «casi» ya olvidado es, porque durante las legislaturas de ZP y de Sánchez –ellos como buenos patriotas y demócratas(?)– han procurado que sus vengativas y rencorosas leyes de la Memoria Histórica y de la Democrática se mantengan aún vivas en nuestra memoria colectiva, pese a los casi 89 años desde aquel fatídico julio del 36 en que estalló la contienda. Por eso Sánchez ha levantado su infranqueable muro ideológico para aislar y dividir a lo que el llama la «fachosfera» –la ultraderecha de VOX, la derecha de Feijóo y todos los que creen en una España unida, libre y democrática– .
Sabiendo de ese gran espiritu «conciliador» y «progresista» que caracteriza a los dos últimos presidentes socialcomunistas del Gobierno de España –Zapatero, alias, alias «Bambi» y Pedro Sánchez, alias «Fangomán»– no es de extrañar que el fascistoide y dictador Franco siga siendo, a día de hoy, el único responsable y el máximo culpable de todo lo malo que ha ocurrido y ocurre en la España actual –donde ellos mal gobiernan y se comportan como auténticos sátrapas y autarcas a semejanza de sus colegas y amigos de las repúblicas bananeras de Bolivia, Ecuador, Chile, Venezuela …– a pesar de que ya han pasado 49 años desde su muerte.
Al parecer, mantener viva la sombra del dictador y amenazarnos con la vuelta a su represivo y totalitario gobierno si no les bailamos el agua y no comulgamos con su ideológicas ruedas de molino, les ha dado buen resultado; pero, parece ser que, como estamos ya en noviembre –aunque ya haya pasado el día 11, festividad de San Martin de Tours– << su San Martín les llegará (más pronto que tarde) como a cada puerco>>.
El otro día escuché a un chaval joven –que por su edad debería formar parte de lo que hoy, los modernos sociologos, han convenido en denominar la «generación Y» o «millennials»– mostrar su terrible enfado y su gran indignación por la muerte de muchos e importantes intelectuales, escritores y poetas de aquel tiempo, como el fuenterino García Lorca o el oriolano Miguel Hernández.. durante los convulsos meses del 36. Sin casi poder contenerme, le repliqué, que en efecto, el asesinato de intelectuales durante la Guerra Civil por ambos bandos, fue un execrable drama y un abominable error que nunca jamás debería volver a repetirse en ningún país — donde la democracia y el estado de derecho sean sus baluartes– y bajo ninguna especial circunstancia, con total y absoluta independencia de la gravedad o importancia de la misma.
Un tanto sorprendido, bastante perplejo y con una impostada actitud, me negó la mayor y me dijo que «eso solo lo hicieron los «alzados» del bando nacional porque eran unos redomados «fascistas». Antes de contestarle, me paro y, mientras fuerzo una respiración un poco más profunda, medito la respuesta y le recuerdo, entre otras muchas, las figuras del gaditano Muñoz Seca y del vitorino Ramiro de Maeztu, asesinados en las «sacas» del 36. ¿Su paradójica respuesta…? : «¡Ah bueno, vale, pero esos no cuentan porque eran unos auténticos dictadores y «fascistas» de pies a cabeza!.
Esta respuesta, aunque aislada e individual, es una prueba fidedigna de que ha vuelto el auténtico «espíritu» de las «sacas» de Paracuellos del Jarama se estaba instalando sin mucha dificultad en las nuevas generaciones socialistas. Pues es el mismo espíritu que ZP
se encargó de rescatar de ese olvido colectivo y voluntario que la Constitución del 78 habia pactado zanjar con las distintas fuerzas políticas, en incluso, con el rancio Partido Comunista de España y su líder, Santiago Carrillo, máximo responsable de aquellas históricas e inolvidables «sacas» en las cunetas de Paracuellos…
Pensé que no valía la pena ni discutir ni seguir con esa conversación y mucho menos tratar de disuadir a un joven de la generación «millennials», esa que ha crecido con cereales, danones y petisues, que no hicieron la mili ni tampoco tuvieron que examinarse de la revalida de cuarto ni de la de sexto, que prefieren vivir a costa de las miserables y adictivas subvenciones del Gobierno y que manifiestan un mayor y general apoyo a las políticas sociales y económicas liberales clásicas, que a las de las generaciones anteriores…
Por eso, a mis 76 años ¡lecciones de política socioeconómica e incluso de historia de España… solamente las justas! ¡Hay que dejar los experimentos para casa y con casera!.
Una vez más, la manida máxima de «Conmigo o contra mi» vuelve a cobrar sentido y plena vigencia en el Gobierno de España por directa imposición de su mitómano y megalómano presidente Sánchez, a pesar de que diversas variaciones muy similares de este mismo slogan se suelen usar, bien para transmitir que una situación está ya polarizada o para generar su polarización, buscando casi siempre alinear a una gran parte de la opinión pública con uno de los dos extremos planteados del binomio «con» o «contra».
La implicación de no unirte a una parte, significa que se te considerado enemigo de la misma. En general, el eslogan «conmigo o contra mi» es una frase considerada, desde el punto de vista filosófico, como una «falacia» lógica e informal del «falso dilema», pues, en realidad existen una o más alternativas que no han sido tenidas en cuenta.
Esta es la actualidad política de Sánchez y como no le interesa que hayan otras opciones ni distintas ni mejores que las suyas, por eso, las descarta y las combate e intenta romper
la unidad nacional construyendo su infranqueable y excluyente «muro» ideológico para volver a separar y dividir –como en aquel fatídico y distópico 36– a la sufrida sociedad española en dos nuevos bandos políticos muy bien definidos: el «suyo» (conmigo) y el de la «fachosfera» (contra mi).
Es de desear que — en este gobierno sanchista presionado y chantajeado por la banda más variopinta de los partidos de la extrema izquierda que le apoyan y cogobiernan con él al más puro «mutualismo político»– no hagan acto de presencia las terribles y sádicas «checas» ni las nocturnas «sacas» de entonces.
Las «checas» fueron esas […] «improvisadas cárceles sin ley, creados por los partidos y sindicatos de izquierdas, con carta blanca para detener, requisar y asesinar» y que durante el nefasto agosto del 36 sembraron el terror en toda España y ejecutaron a miles de ciudadanos por el mero hecho de simpatizar con las derechas, ser miembros de algún partido o asociación contrarios al Frente Popular o ser, simplemente, militares ya retirados, católicos…
Las «sacas de presos» — en el argot de aquellos años y abreviadamente «sacas»– fueron situaciones de intensa crueldad y de manifiesta violencia que
ocurrían en las cárceles de las diversas ciudades de España durante la Guerra Civil que sufrió España durante el trienio 1936-1939, pero que tuvieron su continuidad durante los primeros años de la dictadura de Francisco Franco.
A finales del año 36, este procedimiento consistía en la «extracción masiva y sistemática de presos de las cárceles con el objeto de ser ejecutados». Las víctimas eran «sacadas» por multiples y muy controvertidos criterios globales, políticos, militares, religiosos, de estatus social o incluso particulares.
En aquellos luctuosos meses, la represión en la zona republicana fue una sucesión de acciones violentas cometidas por grupos de revolucionarios contra aquellos a los que percibían como sus eternos enemigos de clase. En España, eso incluía, no solo, a los empresarios a los industriales, terratenientes y a los políticos de la derecha, si no también, a los miembros y bienes de la Iglesia católica, a quien tradicionalmente las fuerzas de izquierda habían visto siempre como alineada al lado de las clases capitalistas, reaccionarias y que alineaban al obrero.
Ya no caían asesinados solo los falangistas, los curas, los aristócratas…La ola de sangre llegaba hasta los pacíficos burgueses, empleadillos de treinta euros y a los obreros no sindicados a lomos del odio y de la venganza. Se fusilaba por todo y a todos los «del contra mi» por ser de Navarra, de La Coruña, de Badajoz o de Ávila…, por tener cara de fascista, por carecer de callos en las manos o simplemente por pura antipatia o envidia.
Más que purgas ideológicas o supuestas defensas del la seguridad y del orden republicano, fueron auténticos actos de rencor ancestral y de ajustes de cuentas inter vecinales o incluso personales.
Creo, que pese a las duras criticas recibidas tras las polémicas y provocadoras declaraciones públicas hechas , en abril del 2020, por el humorista Paco Arevalo, en relación a que ya estaba harto de que le llamaran «facha» –deberían ser tenidas muy en cuenta, dadas las actuales y adversas tesituras políticas, sociales y económicas provocadas por el gobierno sanchista y aceptadas por los partidos que cicateramente lo sustentan– e incluso repetirlas pública y mántricamente ( como hacen todos los partidos de izquierdas) como respuesta al insulto de «fachas» por parte de esas izquierdas.
Valentía no le faltó cuando afirmó : <<Estoy cansado de que me llamen facha… ¿Facha por ser católico y creer en Dios? ¿Por no estar de acuerdo con este Gobierno y con su mitómano y socialcomunista presidente ? ¿Por defender mi bandera y mi país? ¿Por gritar viva el rey? ¿Por temer al radical y opresor comunismo? ¿Por admirar a empresarios como Amancio Ortega, Juan Roig, Florentino Pérez…? ¿Por aplaudir a mi Ejercito y a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado? ¿Por querer una España democrática, unida y libre?¿Por querer una auténtica y efectiva separación de Poderes?¿Por querer una libertad de Prensa? ¿ Por querer una televisión pública y libre? ¿Por querer que los principios fundamentales recogidos en nuestra Constitución sean respetados ? >>[…].
Si por querer todo esto, soy «un facha», no me importa en absoluto que me lo llamen y mucho menos serlo. Además, creo que a una gran mayoría de españoles, tampoco les importaría.
Pedro Manuel Hernández López, médico jubilado, Lcdo. en Periodismo y ex senador por Murcia.