Ábalos y los misterios dionisíacos

Ábalos y los misterios dionisíacos

La verdad es que no entiendo el revuelo que se está montando a causa de las amigas del señor Ábalos. Su  padre fue torero, le llamaban “Carbonerito”, y el pequeño Ábalos decidió, por su cuenta que las verónicas y las chicuelinas que su padre daba durante las faenas, también podría darlas él en otros lugares un tanto más disolutos. Cuando su padre abandonó los toros, decidió abrir un negocio familiar dedicado a la fabricación de muñecas artesanas y el joven Ábalos debió pensar: menuda tontería está haciendo mi padre cuando las muñecas ya están fabricadas en los lupanares.

En fin, la relación con su padre se rompió en 1976 cuando el adolescente decidió afiliarse a las Juventudes Comunistas. La verdad es que el manual del marxista práctico no lo ejerció muy bien, porque si se hubiese molestado en indagar un poquito se habría dado cuenta que al señor Marx no le hacía gracia la prostitución, pensaba más en la “socialización de la mujer”, y por ese motivo, cuando Lenin instaura la Revolución Comunista en Rusia, una de las medidas populares que se extendieron por los pueblos fue como la que se ilustra a continuación:

A partir de los 18 años de edad, toda muchacha queda declarada propiedad estatal. Toda muchacha que alcance la edad de 18 años y que no se haya casado está obligada, so pena de denuncias y severos castigos, a inscribirse en una oficina de “amor libre”…

Señor Ábalos, lo que se perdió usted, ¿ve como no se puede ser comunista a medias?, si se hubiese empleado en sacar adelante decretos de ley como éste, no le habrían pillado con ninguna Jéssica. Pero el decreto soviético no se quedaba en eso, seguía como sigue:

… En interés del Estado, los hombres entre 19 y 50 años tienen derecho a elegir mujeres inscritas en la oficina, sin ni siquiera necesitar el asentimiento de estas últimas”.

¡La caña, señor Ábalos!, sin necesidad de consentimiento por parte de las hetairas que a usted tanto le gustan. Lo que se ha perdido por haber sido un marxista de salón y no de campo, para otra vida le queda pendiente.

Yo le veo a usted más en la Antigua Grecia, emulando a personajes como Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno, que se casó con la hieródula Olimpia, famosa por celebrar los misterios dionisíacos “a la antigua”,  investigue al respecto. O Como le gustaba a Mesalina, esposa del emperador romano Claudio, quien accedió al poder tras el asesinato de su sobrino Calígula, a la que el poeta Juvenal llamaba “prostituta imperial”. Cuenta Juvenal, como apenas el emperador se quedaba dormido, Mesalina se ponía una peluca rubia y corría hacia un burdel, donde ejercía como una más de las meretrices que en la mancebía trabajaban. Allí se quedaba hasta que el proxeneta le obligaba a irse.

Estas mujeres no existen hoy señor Ábalos, nació usted en un siglo equivocado, por eso le he dicho que yo le veo más hecho a la antigua. Además en refranero de la Antigüedad decía que una prostituta retirada se consideraba la esposa más fiel. Usted no conocía este sabio dicho popular y así le cunde hoy en día.

Y le voy a demostrar como lo que digo es cierto. Heródoto cuenta como los agatirsos vivían sin odios ni envidias, como hermanos, debido a que practicaban la promiscuidad; seguramente que los masagetas y los escitas tuviesen costumbres parecidas. Creo que este tipo de sociedad no le habría desagradado en exceso. Pero claro está, que cuando el desenfreno báquico se desborda, la lealtad deja de existir, y frente a la justicia, la novia, la ex mujer y la que quede por ahí, hablará hasta por los codos. Situación en la que usted se encuentra hoy en día.

En la Antigüedad, a la que tanto estoy hoy aludiendo, llegado el momento del desmadre total, los hombres cambiaban de forma de pensar con respecto a sus doradas acompañantes sentimentales. De esa forma Hesíodo dijo que las mujeres son la gran maldición de los hombres. Aristófanes las consideraba impuntuales, poco de fiar, dadas a la ebriedad y lascivas. Y si nos quedamos en el ámbito nacional, Cervantes las llegó a calificar como: “o putas, o muertas”, debido a la mala experiencia que tuvo con sus hermanas, su hija y su sobrina dispuestas siempre a recibir dinero a cambio del honor.

En fin señor Ábalos, a pesar de la experiencia que tiene el ser humano con los hábitos poco honorables y las aficiones nefandas, nos cuesta aprender y usted está pagando por lo hecho en vida. Me temo que no tendrá opción para pasar por el purgatorio.

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