Pedro Sánchez compareció la mañana del pasado miércoles en el Congreso y –con su habitual pose de presidente atribulado –departió, con la megalómana solemnidad que acostumbra, una demagógica ristra de falacias, «a troche y moche», para terminar escabulléndose–una vez más– de su propia responsabilidad. Anunció solemnemente nuevas y “contundentes” medidas contra la corrupción y dijo haber contemplado seriamente en «dimitir”, como si pensarlo ya fuera mérito suficiente. Pero no hay regeneración que valga sin consecuencias, y Sánchez, fiel a su estilo, pretende pasar página sin rendir cuentas de nada a nadie.
Lo que si ofreció fue un estudiado y manido neo repertorio: una Agencia Estatal independiente de Integridad pública, el endurecimiento de las penas contra corruptores y corruptos y la fiscalización ética…etc, . Mucho «déjà vu», «déjà sentí» y » «déjà pense»… pero todo en papel mojado y ningún gesto personal y político de responsabilidad, ni de seriedad, ni de culpabilidad. Si algo ha dejado claro, es que no piensa dimitir y, ni siquiera, asumir el más mínimo coste a ningún nivel, aunque la «podredumbre» (mierda) le llegue hasta el cuello.
Y cuando parecía que la sesión iba a transcurrir entre vacías y falsas promesas y de cómplices silencios , llegó la intervención del «invicto galego do Peares», Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP no se anduvo ni con chiquitas ni con paños calientes. Le espetó a Sánchez lo que muchos ciudadanos ya venían murmurando en sus casas: […] «¿De qué y con quién vivía Ud. antes de entrar en política, señor Sánchez…? ¿No lo hacía Ud. de las pingües ganancias de los «prostíbulos» y «saunas gays» que gestionaba su suegro en los años ochenta…?”. La personal e inesperada pregunta directa de Feijóo hizo temblar el hemiciclo. Y Sánchez –como siempre que le cantan las «verdades del barquero»– se refugió en el silencio…. No negó… no replicó, sino que se calló y desvió la mirada al infinito.
Pero donde faltó respuesta presidencial, no faltaron perros de presa. Y apareció él buldog –Patxi López,»el Patxi pá los amigos»– el portavoz socialista y el encargado de ladrar cuando Pedro calla y no lo hace el «Oscarcerbero» Puente. Su intervención fue un bochornoso espectáculo de aspavientos, descalificaciones y ladridos impropios –de quien debería encarnar la seriedad institucional de un ex lendakari de «Euskal Herria»– pues, tras abandonar cualquier atisbo de elegancia parlamentaria, se lanzó a morderle la yugular con furia a su ancestral, fascista y sempiterno enemigo Feijóo. No defendió a su jefe, ni desmontó una sola de las afirmaciónes de Feijóo, solo se limitó a ladrar como un energúmeno. Ese es ya su papel como «vocero» oficial del PSOE: vociferar cuando el presidente se esconde, calla y no sabe qué responder.
López no es un portavoz al más puro estilo parlamentario: es el mamporrero dialéctico del sanchismo. Mientras Sánchez pone rostro compungido y habla de códigos éticos, Patxi sale con espuma en la boca a insultar a la oposición, a embarrar el debate y agitar el espantajo de la ultraderecha y del franquismo, como único comodín. Lo de hoy fue casi esperpéntico : un discurso agresivo, maleducado y vacío de contenido . Un síntoma claro del agotamiento moral y vileza del socialcomunismo que ejerce el poder .
Feijóo, por su parte, no se limitó a golpear solo en lo personal. Planteó tres exigencias políticas, tan claras como contundentes: «que Sánchez confiese lo que sabe, que colabore en devolver el «botín» —sí, lo llamó así— y que convoque elecciones». Además, propuso «reforzar la UCO, cesar al fiscal general del Estado y restaurar la independencia del Tribunal Constitucional» . Todas ellas, unas medidas muy necesarias para regenerar un sistema ya caduco y carcomido por los luctuosos pactos y la complicidad de los socios parlamentarios del PSOE.
Y no le faltó su dardo más certero: “Esto no va de derecha o ultraderecha, esto va de Sánchez o de decencia”. Lo que está en juego ya no es una mayoría parlamentaria, sino la salud moral del Estado. Y quienes lo sostienen —Sumar, ERC, Bildu, PNV— ya no pueden mirar hacia otro lado. Son cómplices y culpables –por acción y por omisión– de una deriva autoritaria, megalómana y profundamente corrupta.
Lo que vimos en el Congreso fue la confirmación de que Pedro Sánchez está dispuesto a cualquier cosa por mantenerse «en» y «con» el poder. No le importan cuántos casos de corrupción estallen, ni cuántos amigos acaben imputados. No le importa haber compartido coche y techo con quienes ahora duermen en prisión preventiva. Él seguirá, porque está convencido de que sin él, no hay Estado. Cuando alguien se cree único e imprescindible, se convierte en el principal peligro para la democracia.
Su comparecencia no fue un ejercicio de regeneración. Fue un ensayo de supervivencia pura y dura. Y su Gobierno no es un ejecutivo politico «in sensu stricto», sino una agencia de propaganda sostenida por un grupo de parlamentarios que no saben ya cómo justificar su silencio. Sin embargo, ayer todos sus serviles y paniaguados conmilitones mostraron su dependiente condicción de perros fieles y, como tal se comportaron.
Cada uno ladró con una intensidad directamente proporcional al tamaño del mendrugo de pan que recibe del » Puto Amo». Si, todos le ladraron, pero ninguno le mordió.
Sánchez no limpia sino que embadurna y, mientras Patxi –«el de pá los amigos– ladraba, Yolanda –la meliflua galega– intentó emular en vano a su paisana, Rosalía de Castro, con la cursilada » del mundo oscuro y de que la única luz que puede alumbrarle, es la luz de Sánchez», España –cada día más hastiada y derrotada — asiste como una «prima donna» a esta farsa institucional con indignación y desconfianza. La España de hoy –la nuestra no, la de Sánchez– no necesita de una «Agencia independiente de integridad pública. ¡ Solo necesita Elecciones Generales y, ya ! Se me olvidaba comentar que en todo este «teatrillo de Guiñol» solo ha faltado que durante toda la comparecencia de hoy en el Congreso hubiera sonado la canción «RESISTIRÉ» –del «Dúo Dinámico»– y que se convirtió en «trending topic» en toda nuestra geografía, durante el obligado confinamiento pandémico.
Pedro Manuel Hernández López, es médico jubilado, Lcdo. en Periodismo y ex senador autonómico del PP por Murcia.
