Justicia deshumanizada o el caso de ‘Miguelín’

Eva Mª Martínez y Miguel Angel Carral
Cantabria

Hace unos meses, redactores de una revista se pusieron en contacto conmigo a raíz de una serie de artículos publicados en el Diario Montañes referentes a mi hijo. Concretamente, se referían a una serie de robos cometidos por el que ellos apodaron «MiguelÍn» en Santa Cruz de Bezana (Cantabria). En aquel momento, no accedí a la petición de la redactora de dar continuidad a la noticia ya que entre las condiciones que me ponía para seguir con el tema, una era la de tener que prestar mi imagen, sin embargo, en este momento dado el giro que han dado las cosas, me dirijo a Uds. solicitando su ayuda.

Miguel Angel, que así se llama realmente mi hijo, tiene en este momento 20 años. Cuando tenía tan solo 6 años, fue atropellado, en una acera de una urbanización privada en la que vivíamos, por un conductor ebrio. Tras dos meses en coma, con una lesión cerebral severa difusa (a nivel del tronco del encéfalo) y tras un infarto cerebral a las 72 horas del atropello, los médicos del Hospital Valdecilla nos dieron como diagnóstico que nuestro hijo quedaría en estado vegetal.

Tras mucho tiempo y dinero, recorriendo los mejores especialistas tanto españoles como extranjeros (Dr. John Unrhu de Menphis, Dr. Leopold Busquet de Pau …), conseguimos que el niño se fuese recuperando físicamente: sin embargo, a la edad de 14 años, comienza a presentar alguna alteración en su comportamiento, siendo nuevamente evaluado, y diagnosticado con un Trastorno de Personalidad con base orgánica, empezando a ser tratado por psiquiatras. Hasta los 18 años permanece escolarizado en el Centro Lupasco de Santander especializado en trastornos de este tipo, consiguiendo así llevar una vida «casi normal» dentro de sus limitaciones.

En Diciembre de 2004, tras una apuesta, decide «coger prestado» el coche de un vecino (conocido en el pueblo por sus más que sonados problemas con los Seguros) que curiosamente tiene las llaves puestas; el resultado de la apuesta, es otro accidente con un nuevo traumatismo craneo-encefálico, que no sólo agrava la situación del niño, sino que supone un atraso en su rehabilitación de varios años.

A raíz de este segundo accidente, sus alteraciones de comportamiento empeoran, por lo que el Centro de terapia al que hasta entonces había acudido (Centro de Rehabilitación Psicosocial de Padre Menni) comienza a ser insuficiente. Así, aconsejados por su tutora del Centro de Rehabilitación, así como de su psiquiatra, solicitamos a los Servicios Sociales del Gobierno de Cantabria plaza en un Centro de 24 horas.

Los propios Servicios Sociales, previa valoración por un psiquiatra, y en vista de los informes aportados, acuerdan que el centro más adecuado a sus necesidades, es el Centro los Delfines, en Medina de Pomar (Burgos).

Mientras esta solicitud duerme el sueño de los justos, Miguel Angel comienza una serie de delitos que le llevan a manos de la Justicia: se trata en casi todos los casos de robos con intimidación (en grado de tentativa), asociados al consumo de sustancias tóxicas.

A fecha de hoy, y con dos sentencias firmes que le reconocen como un enfermo y sustituyen las correspondientes penas de prisión por una medida en el Centro los Delfines, Miguel Angel lleva desde el día 22 de Agosto ingresado en la Prisión Provincial de Santander. Desde su ingreso, ha sufrido un intento de violación y una crisis convulsiva como consecuencia de la ingesta de alguna pastilla facilitada por sus compañeros de celda.

Ya no sabemos a quién recurrir a fin de que se ejecuten las sentencias referidas, al parecer, el tema es una «patata caliente» que nadie quiere: el Juzgado nos remite a los Servicios Sociales de Cantabria, estos nos remiten a Burgos, Burgos a su vez nos remite al Juzgado……y así sucesivamente.

En este momento, hemos llegado a temer incluso por la vida de nuestro hijo, que a fin de cuentas no deja de ser victima tanto de quien le atropelló como de las carencias asistenciales de nuestro Sistema de Salud. Como el propio Juez dijo, no es un delincuente, es un enfermo, y como tal necesita tratamiento. Nadie puede ser castigado por su enfermedad… al menos en teoría.

Por este motivo (todo lo expuesto no deja de ser un muy breve resumen del periplo de Miguel Angel), apelamos a Uds. con la esperanza de que todo aquello que la burocracia entorpece pueda ser agilizado por el poder mediático de la prensa.

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