Daniel López Segura
Castellón
Cómo me gusta escuchar a los políticos cuando dicen eso de “conciliación entre vida laboral y familiar”. A veces hasta me lo creo. Jornadas laborales de 35 horas semanales. ¿Dónde están?
Trabajo en el sector de la banca. En teoría, nuestra jornada es “intensiva-mañana”, aunque yo siempre digo que es “intensiva-completa”. De 8 a 15 y luego, como aún no te has ganado el sueldo, de 17 a 20:30 todos los días. Eso sí, sin recibir nada a cambio. Y cuando digo nada, me refiero a ni un duro.
¿Y por qué? ¿Por qué volvemos por las tardes cuando firmamos un contrato que pone bien clarito nuestro horario? ¿Por qué volvemos si nuestro convenio dice que tenemos que trabajar un máximo de 1700 horas anuales y, de esta forma, superamos las 2800?
Porque se aprovechan de los jóvenes.
Son como sanguijuelas, aunque no se alimentan de sangre, sino de tu propio tiempo, de tu vida. No hay otra opción. Acabamos de salir del cascarón y hay que ceder. Cedemos porque, si no, no conseguimos un contrato indefinido. ¿Y luego? Luego porque no tendríamos posibilidades de ascender, sin contar con el desprecio de tus superiores. “Tus compañeros vuelven, ¿tú por qué no?” Esto es lo que dicen. Lo que se callan es: “vamos, hay que alcanzar los objetivos para que puedas cobrar tus 400 euritos de bonus y yo mis 6.000”.
Da miedo hasta caer enfermo. Te preguntas: ¿me lo pasarán por alto? ¿Cómo me miraran mañana? Me da pena pensar que estamos en el año 2007 y estas cosas pasen.
Me da pena ver cómo los “colegas” de la UGT o CCOO sepan que el convenio que tenemos sólo sirve para abanicarse y no emprendan acciones legales. Porque esto es denunciable, señores. No hago más que leer sus comunicados. Muy buenas palabras, muy poco movimiento. ¿Diez euros al mes para qué? ¿Para decirme lo que ya sé?
Trabajamos para vivir, no vivimos para trabajar. Es una lástima que haya gente que piense que España va bien. Indignos…
