El AVE con las alas rotas

Ana Cristina Garijo Calejero
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Lo ocurrido el pasado viernes 30 de Mayo en el viaje Barcelona Madrid bien merece ser contado. Es un exponente claro de la previsión de los servicios públicos españoles, de la paciencia de los santos ciudadanos de este bendito país y de que todavía existen personas que piensan que con un uniforme tienen derecho a todo.

El trayecto Barcelona Zaragoza transcurrió con normalidad. Todo comenzó cuando al salir de Zaragoza el tren de Alta Velocidad se quedó tan solo en tren ya que la velocidad que llevábamos la alcanza mi sobrina con el triciclo. Después de interminables frenazos y lento caminar disfrutando del paisaje llegamos a Calatayud, tierra estupenda para visitar por voluntad propia, y nos quedamos allí parados con la única explicación de que fallaba el software del tren. A la pregunta de si no podría venir un técnico a repararlo la respuesta fue “¿A estas horas? No hay técnicos de guardia”

¿Qué hace un tren de españoles parado durante más de dos horas en una estación? Pues irse al bar a tomar cervecitas. Pero las existencias de cervezas del tren son limitadas y hay que pasarse a los cubatas. Eso si las únicas protestas eran que se había acabado la cerveza y que costaba mucho tiempo llegar a pedir a la barra. Protestar por estar metidos en un tren parado sin ninguna información sobre la causa no se le ocurrió a nadie. Y menos mal porque mi experiencia en la protesta fue de lo más frustrante. Cuando me dirigí al interventor este me contesto: “Usted se siente y se calle” vamos que me recordó al “Se sienten coño! De Tejero. Menos mal que el interventor no llevaba pistola y aunque lucía uniforme no era verde.

Tras dos largas horas se me ocurrió llamar al 902 de ‘Desatención’ al cliente de RENFE. La señorita que me atendió se mostró muy sorprendida de que llamase desde dentro de un tren que llevaba tres horas parado para informarme que solución iban a dar.

Y señores, tomen nota: el 902 de RENFE es de atención al cliente no de reclamaciones, que teléfono para reclamaciones no existe. Fue lo único en claro que conseguí de la llamada.

Llegamos a Madrid a la 1 de la madrugada (hora prevista 21:30), cansados, con viajeros que habían perdido la conexión a Sevilla y a los que nadie daba solución, y con previsión de otra larga espera para conseguir que nos devuelvan el importe del billete. Eso si, el servicio de bar había hecho su Agosto adelantado (los precios son carísimos y vendieron hasta las latas pequeñas de cerveza que dan en Primera)

Y este es uno de los mejores trenes de España. Si tenemos que puntuar a los protagonistas de la historia, pongamos un cero a la falta de previsión de RENFE ya que con un servicio de autobús una vez detectada la avería hubiera sido más rápido. El doce se lo llevaría la paciencia y sentido del humor de los pasajeros, aunque en mi opinión esa excesiva paciencia hace que a todos estos problemas y carencias de servicio nunca se les ponga solución en este bendito país

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