Reclamemos todos juntos la responsabilidad de Estado, que por su neuropatía ha cesado en la inercia de la subjetividad con que solucionó la Caja de Castilla-La Mancha o de otras entidades financieras
En Grecia decían los filósofos que «el asombro es el camino que nos conduce a la verdad».
Y el asombro que produce una situación como la que se produjo con las tramas de Ponzi deben su nombre al segundo estafador piramidal de la historia, el italiano Charles Ponzi, que se le bautizó como «William 520 por ciento».
Fundó un sindicato en Nueva York que prometía el 10% semanal y cuando estalló el escándalo en 1920 reclamó la paternidad de la idea, aunque lo metieron a la cárcel.
Pero ha sido Bernard Madoff quien ha protagonizado la mayor estafa de la historia. Su fraude, recién descubierto hace tan sólo un año, alcanzó 50.000 millones de dólares, mientras ingresaba 28 millones en su cuenta corriente.
No quiso que los pequeños clientes corrieran la voz de los beneficios que ofrecía de boca a boca, sino que engañó directamente a las instituciones financieras para que éstas, a su vez, atrajeran a sus clientes. El propio eco era inmediato. Alcanzó hasta el Banco Santander que invirtió 17 millones de euros, y luego comercializó algo más de 2 millones de euros vinculados a la firma Madoff.
El asombro también lo experimentó toda la sociedad española cuando en mayo de 2006 contempló en directo por la televisión cómo se cerraban Afinsa y Forum Filatélico. Descubrimos que fuimos víctimas de un ardid similar al de las tramas de Ponzi. Pero no sabemos si ese asombro también nos va a llevar al conocimiento de la verdad.
Los indicios en Afinsa se referían a que se invertía en sellos difíciles de vender fuera de la trama, se habían colocado sellos de forma muy superior al valor real, la administración adulterada… Sin embargo, los contratos que firmamos los ahorradores aseguraban una rentabilidad que oscilaba en torno a un 5% que se nos liquidaba una vez transcurrido un tiempo pactado.
Como es sabido, las 460 mil familias, afectadas de Afinsa y Forum Filatélico, no conscientes de la trama, perdimos nuestros ahorros en una estafa piramidal que estuvo funcionando durante 25 años.
En Afinsa, el valor de sus activos podría llegar a 812´64 millones de euros y las deudas ascienden a 2.443,75 millones de euros. Es decir, el valor de los activos, adquiridos en su día por los propietarios de la sociedad arrojan un agujero de 1.631,11 millones de euros. Este fraude nos afecta a 190.666 clientes.
El Gobierno socialista, pretendiendo rentabilizar políticamente, actuó con gran publicidad. La operación, nos dijo un pensativo Gil Robles, el abogado de nuestra Federación Nacional de Plataformas Blancas de Afectados de Afinsa de España, tal vez pretendía proclamar: «hemos acabado con un gran bolsa de engaño al Estado. Cosa que luego no se ha demostrado. No lo sé…»
Afinsa y Forum Filatélico llevaron a cabo el negocio de los sellos sin que los organismos reguladores del Estado, es decir, el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Ministerio de Economía no funcionaron con la diligencia debida.
La abogacía del Estado, no obstante, niega que haya habido negligencia por parte del Estado en un informe de 14 de diciembre de 2009 del que se hacía eco Europa Press, alegando que las empresas no eran financieras, por lo que están sometidas al Ministerio de Consumo y a las Comunidades Autónomas. Pero hay informes en uno y otro sentido: como actividad mercantil y como financiera.
Se ha hecho referencia por algunos abogados de que el Estado no tenía obligación de vigilancia porque había engaño. Si había actividad engañosamente financiera, se podría entender que se rompe el nexo «causa-efecto».
Lo que si así se reconoce por el juez, muy probablemente haya que acudir a Estrasburgo si queremos seguir luchando por recuperar nuestros ahorros.
Observamos como en estos casi cuatro años la sinrazón se ha podido utilizar presumiblemente como coartada, para disfrazar lo que es simplemente una estafa de las dos empresas y un Estado que debiera haber regulado de forma debida las ley.
Y en esto son culpables los dos grandes partidos políticos: el PP por hacer la disposición adicional y el PSOE porque la aprobó. Y luego, el Gobierno de Zapatero, en contra de la oposición, nos negó una solución política que hubiera solucionado aproximadamente el problema del 85% de los afectados.
Excepción hecha de los medios locales, los medios de comunicación que también debieran ser los detectores de estos matices, no se han comportado como debieran. Ante lo ilógico de nuestra situación, por su silencio, es lógico que pongamos en duda su rol de denunciante de la injusticia que estamos sufriendo.
Nos preguntamos si la mayoría de los medios de difusión no son capaces de superar el exclusivo subjetivismo bipolar que tanto los ocupa y que tan a menudo se pone de manifiesto en nuestra España de hoy: la solidaridad con el Gobierno socialista o la solidaridad con el otro gran partido de la oposición, el PP.
Nuestra situación ha pasado casi desapercibida, eclipsada más en la actualidad por las luchas políticas oportunistas y hoy, además, por la actualidad de una España que se debate en una terrible crisis general, que también nos afecta en mayor o menor medida a nosotros. A todo ello, obviamente, si que comprendemos que hay que prestar un absoluto y primordial interés.
Pensamos que la lógica del Ejecutivo regulador y de las autoridades del mercado es teóricamente, al menos, una: destapar este tipo de fraudes e impedir la estafa a los ahorradores. Pero esa lógica se quebró cuando se permitió que Hacienda «chupase» lo suyo durante 25 años. Y cuando, por poner otro ejemplo, el Gobierno socialista, en un sesgo de confirmación, inyectó millones del dinero de todos los contribuyentes a la Caja Castilla-La Mancha, cuando el fondo de Garantía, en principio, sólo les permitía un porcentaje máximo por cliente de 20 mil euros.
Este subjetivismo de «no perjudicar al ahorrador» no se nos está aplicando en nuestro caso. Cuando le preguntamos a nuestro abogado Gil Robles sobre la cuestión de si ese mismo subjetivismo pudiera influir en el juez, su contestación fue lacónica: «Yo tuve ocasión cuando me preguntaron que por qué les defendía y contesté que porque la mayoría de ustedes eran gente humilde, pero …» y su silencio posterior fue muy expresivo.
Se han muerto muchos de los nuestros. Existen los que han caído en el desánimo, -sobre todo los mayores- y lo dan por perdido. Y también, los que se avergüenzan en una contradicción interna que habla poco de la fortaleza de su personalidad. Son los que experimentan como su dignidad es pisoteada por quienes son de juicio fácil y les dicen «listillos». Son también los que argumentando una lógica perversa son señalados por otros que les destinan frases del tipo «nadie da duros a tres pesetas» o, lo que es peor «invertir de una manera consciente en un fraude es de avariciosos»
Aunque, obviamente, nadie era sabedor de la trama. Los intereses nunca dejaron de llegar a los clientes, evidenciando así una normalidad alejada de toda sospecha. Y también era patente esa normalidad cuando los símbolos de la Corona estaban presentes en sus medios publicitarios. O cuando la UGT recomendaba ese tipo de ahorro. O cuando se preguntaba a Hacienda si había algún heterodoxia en la ejecutoria de las empresas y nunca alegaron nada…
En los pueblos -y también en las ciudades- el boca a boca, entre los conocidos, los amigos, los vecinos o la familia eran ecos que contribuían a despejar todas las dudas. Y, en consecuencia, a confiar en las personas que representaban a esas empresas.
En Afinsa, a todo esto que venimos diciendo, hay que añadir el hecho de que desgraciadamente todavía hay simpatizantes de la Empresa. Y otros, que también ponen trabas. Por Internet, se leen frases injuriosas que sólo consiguen desunirnos; cuando ahora, más que nunca, va a ser necesaria la fortaleza para afrontar un futuro que se prevé largo en el procedimiento penal.
Y, también, preocupante porque en el procedimiento administrativo se pudiera dictar una sentencia definitiva en la que se nos comunicase que el Estado no fuese responsable subsidiario. Lo de acudir al tribunal de Estrasburgo habrá que verlo después de la últimas resoluciones. Nuestros abogados deberán estudiarlas. Y luego decidir.
De momento, el Juzgado de lo mercantil ha desestimado los dos Convenios porque no se han ajustado a la Ley por dos motivos: en el primero, no se pagaba con dinero, se hacía con una participación en una sociedad. Y en el segundo porque no hay bienes suficientes, ya que el activo cubre el 33% del pasivo, por lo que los 190.666 afectados de Afinsa probablemente apenas vamos a recibir un 10% de nuestra inversión, según algunos cálculos. El titular del Juzgado Francico J. Vaquer, también declaró que la liquidación no sería inmediata. Esperaba un informe sobre el valor de los sellos encargado en el proceso penal que se sigue en la Audiencia Nacional.
Hasta aquí, hemos pulsado el botón de retroceso de esta historia, que hemos contado incompleta con el sólo objetivo de fundamentar y sugerir la necesidad de cohesionar nuestros esfuerzos entre todos los afectados de Afinsa y Forum Filatélico. Cerca de medio millón de familias lo agradeceríamos.
Urge, pues, que nos despojemos de nuestros prejuicios y que adoptemos una mirada alta y larga, como decía Ortega y Gasset cuando, además, describía el hecho del lleno. Las asociaciones de perjudicados de Madrid, ya han dado un primer paso preparando el «Programa de la esperanza de 2010» con el fin de que este año se produzca una sentencia favorable en los tres procedimientos judiciales: concursal, penal y contencioso- administrativo.
Reclamemos todos juntos la responsabilidad de Estado, que por su neuropatía ha cesado en la inercia de la subjetividad con que solucionó casos como el ya citado de la Caja de Castilla-La Mancha o de otras entidades financieras, prolongando la injusticia que nos persigue. Pero hagámoslo de modo eficiente.
ADICAE, la CEAFFA, nuestra Federación Nacional de Plataformas Blancas de Afectados de Afinsa de España y todas las demás organizaciones tienen la palabra, la responsabilidad y la acción para que todos juntos nos esforcemos en encontrar la vía que contribuya a una solución judicial o política que acabe con este mal sueño.