Cartas al Director

Cómo es comprar y dejar cosas porque el dinero no llega

Cómo es comprar y dejar cosas porque el dinero no llega
Pobreza.

Anoche, en mi cama, despierta como tantas y tantas noches me vino a la cabeza un cuento en donde un señor malo con un saco grande iba quitando la risa a las personas, las metía en el saco, lo ataba bien atadito y muchas personas perdían su risa, no volvían a reir y su vida, ya no era vida.

Mi risa no está en el saco del hombre malo, mi risa está metida en un cajón, en una carpeta con mi nombre y apellidos de un banco con el que firme un día una hipoteca y al que ahora no puedo pagar. Mi risa quizá esté ya en los juzgados porque dicho banco me ha interpuesto una demanda judicial por impago. Quizás mi risa ya no es risa, se perdió junto con las de mis compañeros de infortunio en un país negro, en un agujero hondo donde se quedarán si no ocurre un milagro. Todos los días invoco al Santo de los Desahuciados, le invito a que entre en nuestras casas, a cualquiera de ellas, que nos acompañe en las noches de insomnio, en la angustia de la madrugada, que se meta un poquito en nuestra piel y vea como nos sentimos, mayores, sin futuro, sin dinero y lo peor aún sin esperanzas.

Me levanto cada día por obligación, me quedaría en la cama hasta el fin, haría huelga de hambre, no sé, se pasan tantas cosas por una cabeza…, pero no hago nada, pongo la televisión y me dedico a ver los programas de la mañana de varias cadenas. En cada una de ellas hay una especie de Reina con su séquito, siempre personas famosas, o personas que no sé bien por qué motivo están sentadas en unas sillas hablando de frivolidades, la mayor veces de tonterías, y claro me sube la tensión, mi tristeza se agudiza y las lágrimas salen aunque hago lo imposible para que se queden dentro.

En las tertulias televisivas, en las revistas, en los programas rosas y demás, siempre hay tertulianos y gente que por sentarse en un sillón a decir lo que piensa, o lo que les dicen, cobran un montón de euros. No digo que esté mal ni lo critico. Pero a esta cabeza mia le ha dado por pensar lo siguiente.

No existe ningún períodico ni digital ni de letra impresa donde escriba una mujer normal y corriente, es decir, una mujer que aporte lo que es la vida de una española de clase media, baja, o de exclusión social.

No existe ninguna tertulia donde se siente a la mesa este tipo de persona que somos la mayoria.

No hay ninguna revista, ni ninguna editorial que sea valiente, y dé una oportunidad a estas personas para que escriban en ellas, donde puedan expresar lo que es su día a día, sus tristezas, sus miserias, pero también sus alegrías. Que cuenten cómo es comprar y dejar cosas porque el dinero no llega, que nos hablen de las personas con la mano extendida en las puertas de cualquier supermercado.

Si esta carta se publica, y alguna persona la lee, les animo a que me escriban, y a ver si entre todos podemos hacer un ramo de rosas.

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Autor

Irene Perezagua

Ejecutiva de cuentas en Interprofit. Fue redactora de Periodista Digital entre 2011 y 2013

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