IRÁN Y LA BOMBA ATÓMICA

Las quejas de Bibi

Las quejas de Bibi
Benjamin Netanyahu. IS

Ningún nuevo estado ha generado mayores simpatías que el Estado de Israel, un pueblo que volvía a una tierra de la que se habían ausentado desde hacía siglos, gente inteligente, industriosa y trabajadora que convertía el desierto en un vergel, recordar la cultura del Kibbutz donde hombres y mujeres cooperaban con ayuda incluso de extranjeros que acudían de todas partes del mundo, incluso desde Alemania, para reparar las atrocidades de los nazis, todos aplaudieron a Israel, tras el secuestro, juicio y ejecución de Eichmann, aunque fuere a costa de violar la soberanía Argentina, todo Occidente estuvo a favor de Israel en la guerra de los seis días, y la del Yom Kipur, todos admiraron la Operación Entebbe en Uganda. Eran los buenos.

Sin embargo, toda esta simpatía se ha desvanecido, porque antes el pueblo de Israel era un pueblo victima, que venía de sufrir los horrores del nazismo, con millones de muertos, ahora es un pueblo incapaz de convivir siquiera con los árabes de ciudadanía israelita, un 20% de su población, al estar gobernado de hecho, por fanáticos religiosos.

Claro, eso no se percibe a simple vista, pero Israel, con un parlamento multipartidista, precisa de una serie de partidos bisagra que imponen sus condiciones para conseguir las mayorías necesarias para formar gobierno, aunque no lo parezca, estos pequeños partidos religiosos ortodoxos y ultra ortodoxos como el Shas y Judaísmo Unido de la Torá (UTJ) son los que en realidad impiden que Israel alcance un acuerdo de convivencia con los palestinos, que dicho sea de paso, son también semitas y quienes ya vivían allí cuando la ONU regaló su territorio a los judíos centro europeos.

Israel cuenta con un gran aliado, los EEUU, es un aliado principalmente por razones electorales, el lobby judío en EEUU es poderoso política y económicamente, pero Israel goza también de un gran apoyo de comunidades cristianas como los evangelistas, ni siquiera los grandes periódicos, como el New York Times, o el Washington Post, se atreven a ser críticos con el Estado de Israel.

Esta sensación de influencia sobre el electorado norteamericano ha contribuido a que los gobiernos del Likud, la derecha en el Poder se permitan el lujo de no tener en cuenta la política norteamericana cuando no les conviene, a pesar de que los EEUU son el principal garante de la supervivencia del Estado de Israel, permitiéndose incluso el primer ministro Netanyahu, de acuerdo con los republicanos, convocar a las dos cámaras legislativas norteamericanas de espaldas a la Casa Blanca, precisamente para criticar la política del ejecutivo en Oriente Medio.

El presidente Obama ha anunciado un acuerdo con Irán acerca del plan iraní de energía nuclear, pretendidamente no militar, ello conlleva el levantamiento de las sanciones que por dicho motivo sufría el país de los ayatolás. Los israelitas están que trinan Israel teme que Irán pueda fabricar bombas atómicas que pongan en peligro su Estado dada la hostilidad manifiesta del gobierno iraní.

Israel en su día, y a escondidas, se procuró su bomba atómica y continua fabricándolas en secreto y sin pausa (ya tenía 150 en 2008 según el ex presidente Carter). Se siente muy segura teniendo el monopolio nuclear de la zona, pero claro, la seguridad de uno, es la inseguridad de otros, y dada la situación nadie quiere ser menos, no sea cosa que un día los partidos religiosos, que normalmente apoyan a Bibi, dejen de ser bisagra y pretendan, tocando sus trompetas, derribar los muros como ocurrió en Jericó con la ayuda de Dios, ahora, con la bomba.

Es cierto que no es lo mismo que tenga la bomba un país democrático y moderado, con controles sobre el ejecutivo, que un país beligerante y teocrático inspirado en la grandeza de tal o cual Dios, pero no es menos cierto que el día que el Estado de Israel vea peligrar su existencia, cosa moderadamente probable dadas las circunstancias, sacará inmediatamente el arsenal nuclear en defensa de la tierra prometida y al día siguiente, la nube radioactiva estará ya sobre las Baleares.

Quizás no lo haga si ya no tiene el monopolio nuclear.

Así que aunque comprendo que las quejas de Bibi puedan estar bien fundadas, habría que tener en cuenta que quien empezó la carrera nuclear en Oriente Medio, fue Israel y otra cosa, durante los próximos 25 años, el programa nuclear civil iraní estará sometido a inspecciones periódicas, el programa nuclear israelí es abiertamente armamentístico jamás ha sido sometido a inspección alguna, ni lo será en el futuro.

No es broma

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