Ya en la entradilla pone: «El EI no sólo se cobra en vidas en nombre de Dios, sino que trata además de borrar la Historia demoliendo las huellas de antiguas civilizaciones. Y nos espantamos. Pero ¿de qué nos espantamos? El crimen nació con el hombre y no es escandaloso reconocernos como parte de una especie que practica con inusitada frecuencia la destrucción de sus hermanos de raza»
Y luego para demostrarlo, el autor, Javier Reverte, va describiendo varias de las salvajadas que se han cometido a lo largo de la Historia, lo que, a mi modo de ver, viene a ser similar al «y tú más» que hace que se sientan en parte justificados los que las cometen.
Y ¿por qué se sorprende el autor de que nos espantemos? ¿qué quiere?¿que nos quedemos de brazos cruzados? ¿que no denunciemos?¿que nos callemos?; pues los del autoproclamado EI, Boko Haran, Al-Qaeda, etc. bien que tienen en cuenta la eficacia de la propaganda y de la opinión pública; no dan puntadas sin hilo.
A mi modo de ver, lo lógico, lo justo y lo conveniente sería que las personas, la sociedad, las naciones, la ONU pusieran todos los medios contra los que cometen las barbaridades actualmente, no quedarse de brazos cruzados porque antes otros hayan cometido otras salvajadas. Lo lógico será oponerse con todos los medios a aquellas personas o movimientos concretos en el momento en que se detecte que pretenden llevar a cabo actuaciones tan atroces.
Tampoco parece que sea real ni conveniente, la concepción tan negativa del hombre que nos transmite el autor. Y es que, aunque poco, algo hemos avanzado; en Occidente, por ejemplo, ya llevamos 70 años viviendo en paz; esperemos que no surja alguien que lo estropeé; pero si surgiese, en vez de pensar que los hombres somos así de malos, que es lo natural, tendríamos que poner todos los medios (no aplaudirle, no votarle, etc.) para que eso no ocurra.
¡Que fatigoso es tener que explicar lo evidente!
Vícnuel Sánchez González
