CARTA AL DIRECTOR

La amenaza fantasma

La amenaza fantasma
Lenin, Stalin y Pablo Iglesias. HM

Izquierdistas radicales y nacionalistas conspiran contra España en una amenaza conjunta que nunca conseguirá sus objetivos, porque pertenecen a mundos ya extinguidos

A la hora de calificar la política populista que pretende enseñorearse de nuestra Patria -en sus versiones antisistema y nacionalista- pueden emplearse muchos calificativos contundentes, pero desde mi punto de vista el más definitorio es el de «política-ficción», común a todos los populismos, ya que éstos pretenden la conquista del poder prometiendo a los crédulos votantes mundos imposibles de utópica felicidad, irrealizables quimeras que explotan la ignorancia de los pueblos, en especial en tiempos de crisis como los actuales, que les hacen bajar sus defensas ante el virus de su demagogia embustera.

La mejor definición de esta política-ficción está contenida involuntariamente en una de las mejores novelas de Isaac Asimov, el genio de la ciencia-ficción, titulada «Los propios dioses», cuyo argumento gira en torno a una conspiración de alienígenas que viven en un universo paralelo moribundo, y que pretenden convertir nuestro Sol en una estrella supernova con el fin de utilizar la energía resultante como un medio para poder perpetuar su forma de vida.

¿Les suena de algo quiénes pueden ser estos alienígenas conspiradores, y desde qué universos paralelos conspiran?

Hay muchos tipos de alienígenas conspiradores. Por ejemplo, tenemos a los catalanitas, que provienen del moribundo universo de los nacionalitas-también llamados «indepes», que tiene contactos comprobados con los nazitas-, que en vez de estrellas tienen esteladas, pintarrajeadas además como mascarón de proa en los morros de sus naves interestelares.

El mundo feliz de esta tribu es abracadabrante: si se independizan seguirán en la UE, la comunidad internacional les reconocerá con entusiasmo, los equipos catalanes jugarán la Liga española, tendrán pensiones más altas, subirán los sueldos, mantendrán la nacionalidad española, bajará el paro, y arribarán apoteósicamente a un universo llamado Noruega, Suiza u Holanda, vete a saber, con las alforjas bien repletas de euros.

Aunque su comandante en jefe, el rey Arturo Mas-ía, optará, suponemos, por Suiza, pues por algo está enamorado de Ginebra, en cuyo arcones guarda el Mas-ía sus fabulosos ahorrillos. Pero es tal la ciencia-ficción de esta Suiza catalana, que la convierte en un delirio alucinante e imposible, en una verdadera amenaza fantasma, como ellos mismos saben.

De una galaxia también muy, muy lejana proviene la raza de los podemitas de la izquierda radikal, cuyo comandante en jefe es un tal Pablo Vader -que se pasó al lado rojo de la «fuerza»- originada en varios universos paralelos moribundos: el universo «vudú» de los venezuelos, ya Maduro para su apocalipsis final; el universo «zombie» de los «syrizos», -con los que protagonizan «el asalto de los clones»- que son más de 300, pero que han sufrido una escabechina impresionante en los desfiladeros de Bruselas; y el universo tipo «Halloween» de los bolchevitas, que está bien enterrado y putrefacto en las heladas estepas rusas, pero cuyos fantasmas quieren revivir los podemitas, aullando a la luz de la luna llena para convocar al asalto de palacios de invierno que ya no existen, a no ser que los confundan con el castillo de Disneylandia.

Es llamativa, sin embargo, su procedencia de los venezuelos, pues los podemitas confunden nuestra Patria con un país caribeño, cuando apocalípticamente afirman que España es un país con niños hambrientos, que van sucios y descalzos a unas escuelas que casi no existen -excepto para los pijos del Opus Dei-; un país que confunde incluso con una enorme Calcuta donde los enfermos vagan sin rumbo por las calles debido a la falta de hospitales públicos.
Pero la galaxia lejana desde la que partieron sus naves hay que buscarla más bien en «los mundos de Yupi», desde el cual quieren instaurar en España una República Galáctica que será una Arcadia feliz donde comeremos perdices por siempre, en un Estado nirvánico donde el maná nos caerá del Gobierno rojo sin esfuerzo: educación gratuita desde los 0 años; reducción de alumnos por aula; aumento de salarios; reducción de la jornada laboral; concesión de rentas de inserción equiparables al salario mínimo interprofesional; gratuidad de agua, gas y luz para la población desfavorecida… El colofón, la traca final, es de lo más delirante: quitarían las vallas anti-personas de las fronteras, eliminarían los Centros de Internamiento para Extranjeros, y darían papeles a los inmigrantes ilegales, que tendrían los mismos derechos que los españoles (sic).

¿Cómo se financiaría este enorme gasto social en tiempos de crisis, endeudados hasta las cejas como estamos, hasta el punto de que nuestra deuda es ya el 100% del PIB, y con la galopante subida de la prima de riesgo que su sola presencia aterradora provocaría en los mercados? Pues estos «yupis» dicen que subiendo los impuestos a los ricos, olvidando que España es actualmente el cuarto país de Europa que más impuestos cobra a las clases altas, solo por detrás de Suecia, Portugal y Dinamarca, así que poco se les podrá exprimir. Si los podemitas quieren pescar más impuestos, tendrían que machacar a las clases medias y bajas, pues en esos tramos sí que nuestra fiscalidad es deficitaria. Y a las empresas, sin tener en cuenta que somos el octavo país de Europa que más las castiga fiscalmente.

Y atémonos bien los machos, porque no quedaría ahí la cosa: quitarían deducciones en la declaración de Hacienda, como la desgravación por vivienda; implementarían impuestos «verdes» por contaminación atmosférica, y tasas turísticas; y, claro, acabarían ellos solitos con el fraude fiscal, con su varita mágica y milagrosa; etc., etc., etc… Pero, al igual que sucedía con los catalanitas, esta amenaza es una pura fantasmada, porque es solo un «delirium tremens» completamente aberrante, vomitado en una bacanal roja y radikal celebrada en cualquier nave okupa, enloquecida de barra libre, alcaloides y luna llena.

Sin embargo, lo trágico es que contarían con la colaboración de los indepes y del Emperador del universo de los sociatas, llamado Darth Sánchez. Entre ellos y Pablo Vader convertirán la Moncloa en la «Estrella de la muerte», y desde ella llevarán a España a un salto al hiperespacio que la dejará completamente abducida en un pavoroso agujero negro -rojo, mejor dicho-, donde vagaremos sin rumbo en la nada cósmica más absoluta.

Ya lo dijo el gran sabio Obi-Wan-Kenobi: «Intuyo que hemos adoptado a otra lamentable forma de vida».

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