CARTA AL DIRECTOR

Francisco Iglesias Carreño: FOSO´(5-8-939), su jornada en ZAMORA  

Francisco Iglesias Carreño: FOSO´(5-8-939), su jornada en ZAMORA  
Ramiro II de León. EP

La novelación histórica de nuestro pasado histórico está siendo objeto del interés de varios autores literarios, a la vez que también, y por tal motivo, se celebran encuentros literarios sobre tales ensayos de connotaciones históricas (en diversas poblaciones como Granada, Campo de Gibraltar, León, Madrid. Morata de Jalón, Úbeda,…), que reúnen a estudiosos, analistas y aficionados entorno a tal descripción fabulada de nuestro pasado histórico.

Consideramos que tal proceder es una forma, una más, de acercarnos a ese pasado, que hemos heredado en parte, recrearlo imaginativamente y ponerlo al alcance de (¿todos?) los lectores actuales.

Lo precitado nos habla de ese «nuestro pasado» y de una acción convergente sobre él, de la cual, y a priori, no teníamos nunca porque estar, en nuestro aquí convivencial próximo, de nuestros entornos mediatos ambientales, ya excluidos desde el inicio.

Ya señalábamos hace tiempo, esa real posibilidad de auparnos colectivamente sobre el espacio de la novela histórica. Así exponíamos los siguiente: «Es posible que si al novelista escocés Walter Scott(1771-1832) le hubiera dado por la descripción novelada de «nuestra guerra de la reconquista», a estas alturas tendríamos amplios dosieres que, cual episodios galdosianos de D. Benito Pérez (1843-1920), glosarían todos los avatares/situaciones/hechos que, en tan dilatado/crucial/importante espacio temporal,¡800 años!, tuvieron lugar en la península ibérica [ese «lugar perejeliano del ciudadano Unamuno y Jugo (D. Miguel)]. El continente europeo tal vez tenía, en el comienzo del Siglo X, una gran aglomeración de problemas que le preocupaban/ocupaban/absorbían y, es posible, que lo que ocurriera en «el fin de la tierra» (nuestro siempre «Finis Terre») lo encontrara un tanto lejano, acaso colateral y le mantuviera un tanto al pairo de su interés mediato.».

¿Cómo podría saber el resto de la Europa medieval de nuestros asuntos?. O puesto de otra forma:¿cómo hacer llegar allí, al centro de Europa, nuestras cuitas?.

Para situarnos hemos hilado lo siguiente: «Estamos en el Papado de Esteban VIII [parece que supeditado al duque Alberico (de la saga/entresijos/uniones de Marozia)], y aquí, en Hispania, de forma solemne, se declara, en el año 939, por Abd al-Rahmán III la «campaña de la omnipotencia» {gazat al-kudra o Campaña del Supremo Poder} contra «los leoneses», con la previsible intención de romper, así parece, en dos partes la Corona Leonesa. Es la Corona Leonesa, en esos momentos del Siglo X, el otro auténtico y genuino poder integral (militar, económico, cultural, social y político) que se ubica en la península y que, limitado al sur, de forma natural, por la línea del río Duero, mantiene de forma instrumental/logística/activa la vigilancia y el acecho hacia el sur agareno, con frecuentes encuentros bélicos que, hasta el momento, en la dirección del soberano leonés Ramiro II, no han sido muy favorables.»

Seguimos con el relato del asunto que nos ocupa: «Todo parece indicar que Abd al-Rahmán III (que ha ordenado la guerra santa, para provocar un amplio reclutamiento, contra la Corona Leonesa), sale de la ciudad de Córdoba a finales de junio (pudiera ser el día 28) y se encamina hacia el norte, donde pudiera haber dos supuestos itinerarios o tal vez dos cuerpos de ejército, uno en la perpendicular hacia San Esteban de Gormaz y otro , desde La Transierra Extremeña, o puede que una conjunción de ambos. La Transierra en tal caso le hubiera permitido una concentración de tropas en un espacio menos caluroso y no poner toda su fuerza militar en la intemperie y desprotección del centro de la submeseta sur. El gran volumen de ejército, de 100.000 guerreros, de que dispone, permite suponer el establecimiento de un posible cuerpo de fuerzas agarenas para cruzar el macizo central (con posibilidades por los Puertos de Perales o de La Ballejera-siguiendo La Vía Dalmacia y La Vía de La Plata, mejor que por el de Tablada) y presentarse ante la ciudad leonesa de Zamora que, seguramente, está expectante,¡ trágicamente expectante!, ante tan amplio despliegue bélico.»

Ya nos hacemos una idea de la situación que acontece en la submeseta sur en el verano del año 939 y de cómo afectarían las noticias que llegaran de tales movimientos de tropas agarenas, hacia la submeseta norte. Se hace lógico concretar que el Rey Leonés Ramiro II tendría ante si todo el tablero ajedrecístico militar, donde arbitraria las oportunas medidas para hacer frente a tal y tan concreta ofensiva. En ese tablero defensivo leonés, Ramiro II contaría, a buen seguro, con su fortaleza cimera: la ciudad de Zamora. Aquella Zamora de entonces era una garantía ante cualquier invasión del sur. Eso se sabía bien en el Reino Leonés, como igualmente en el Califato de Córdoba. Por eso Zamora (nuestra Zamora del año 939), tenía que contar, para tener máximas garantías de éxito, tanto con su fuerte guarnición como con un ejército auxíliar externo.

Decir sobre la Zamora del año 939, es hablar de nuestra herencia histórico, o sea, hablar de lo nuestro. Así apuntábamos ya: «Hemos señalado ya situaciones sobre la Zamora del Siglo X, que se hace necesario, ¡y hasta obligado!, en el ánimo de su extraordinaria importancia, reiterarlas: «Zamora es la ciudad con mejores defensas, la más importante, estratégicamente hablando de toda la Corona Leonesa». Abd al-Rahmán III sabe, ¡lo sabe toda Hispania!, de esta importancia de Zamora y por eso trata de anular el poder militar que la ciudad representa. Zamora, en el verano del 939, está la espera de la llegada del auxilio, necesario e importante, de los ejércitos del Rey Leonés Ramiro II, pero tal espera se altera, ya que es truncada por las decisiones estratégicas/militares/tácticas de Abderraman III.»

El binomio de la ciudad de Zamora dotada de un ejército auxiliar es «un lujo militar adversario» que no se puede permitir el Califa Abd al-Rahmán III, es por ello que, y en nuestra interpretación, que maniobrase en aras de evitar tal proceso defensivo/atacante del Reino Leonés. Seguramente optaría por el enfrentamiento con el ejército leonés y de sus aliados, comandado por el Rey Leonés Ramiro II, en campo abierto (fiando o confiando en su superioridad numérica), a bastante distancia de Zamora, y a la vez destacar una porción del mismo para asediar tal ciudad evitar la maniobrabilidad de su guarnición a sus espaldas, evitando el efecto tenaza sobre los ejércitos agarenos.

Con tales hipótesis de partido seguimos nuestra ambientación, donde exponemos: «Cuando los ejércitos del omeya Abd al-Rahmán III tienen ante sí a Zamora, el verano del año 939, tuvieron que quedar también impresionados,. En la Edad Media tenía que imponer:» la ciudad más fuerte de la Corona Leonesa, la mejor amurallada, la de los siete cercos y siete fosos la llaman». No era nada sencillo, vistas sus defensas, tomar Zamora y El Califa es sabedor de la situación, tanto de la importancia de Zamora ( con sus defensores muy preparados) como, por otra parte de los movimientos de las tropas leonesas y de sus aliados que desde el nordeste, en movimientos acelerados, caminan en dirección hacia Zamora. Abd al-Rahmán III actúa rápidamente, puede que fuera ya una táctica premeditada, y , por ello, divide su ejército, dejando, según algunos relatos, 20.000 hombres cercando a Zamora y el resto de 80.000 hombres parte, hacia el este, al encuentro de los ejércitos del Rey Leonés Ramiro II.»

Siguiendo los relatos, hemos descrito que:» Los zamoranos del año 939, dicen los relatos, se baten en orden y hasta hacen salidas al campo enemigo, pero el acoso es continuo contra ellos y los sitiadores, para rendirlos tienen que ir al asalto posición tras posición, e idean llenar los fosos con los cadáveres de los combatientes muertos para, en avanzando por encima de los cuerpos inertes, en un espeluznante cementerio, chorreante de sangre y pleno de despojos humanos, hacer un puente de asalto y poder doblegar la indómita/heroica/épica resistencia de Zamora».

Eso tuvo lugar, según algunas crónicas, en el verano del 5-agosto-939.

Hagamos una mirada general: «Ahora que en Zamora podemos contemplar una parte de lo que fueron sus recias defensas medievales, en lo que es la propia ciudadela del castillo, no sólo observamos la situación privilegiada de la urbe, admirable desde El Temblajo, en esa curva del Río Duero, que al fondo de Las Pajarancas nos anuncia El Arribanzo, o el flanqueo norte de la vaguada del antiguo cauce del Río Valderaduey, que hicieron de ella, sin duda alguna, la ciudad más fuerte y poderosa, en la Edad Media Hispánica, como epicentro militar de la Corona Leonesa, y donde su foso actual, amén de otros que intuimos pero desconocemos, nos permite retrotraernos hacia la situación límite del mes de agosto del año 939, en una acción retrospectiva de atemporalidad, con esa retrovisión tan impactantemente dantesca, sobrecogedora por demás, de máximo dramatismo y espeluznante concreccion, plena de sentido épico y heroico y conformadora del mayor hito bélico de los hijos de Zamora, un hecho de armas extraordinario que marcaría el proceso histórico de Zamora y un ejemplo a seguir por todos para el año 1072 frente a las tropas castellanas.»

Ya sabemos,por los relatos,lo que vino después: «Los ejércitos de Abderraman III y Ramiro II se avistaran posteriormente en Simancas y fue aquí donde el poder militar agareno fue quebrado y anulado por el ímpetu de los ejércitos leoneses y de sus aliados. La victoria de Ramiro II en Simancas pasa por ser uno de los hechos de armas más importantes de la península Ibérica en la Edad Media, que esta datada en textos agarenos y leoneses y tal victoria fue corroboraba, a mayores, con otra victoria más en La Alhandega, al dar alcance los ejércitos leoneses en el curso de su persecución, a las tropas agarenas que huían desbandadas desde Simancas.»

Los hechos protagonizados aquí son importantes, muy importantes y constituyen trascendentes aportaciones leonesas, de toda la Corona Leonesa, a la historia universal. . Así tenemos:» Para muchos la trilogía de los acontecimientos de agosto del año 939: Zamora, Simancas y La Alhandega dieron pie a la formalización práctica de «la idea imperial leonesa» [el Regnum Imperium Hispánico de la Corona Leonesa] que ya veía desde Alfonso III El Magno. Por Zamora, Simancas y La Alhandega el Califato pide al otro poder de Hispania, ¡por primera vez!, las conversaciones de paz y pacta con la Corona Leonesa una tregua de cinco años. Estimamos que las victorias de Simancas y La Alhandega de la Corona Leonesa fueron viables por la Jornada del día 5 de agosto del año 939 en «El Foso de Zamora». Es de esperar que todos, en la Corona Leonesa, en el «5 de agosto» lo conmemoremos. Nosotros: los leoneses, ¡faltaría más!»»

Estamos a 1079 años de la Jornada del Foso de Zamora. Un hito histórico universal de nuestra gente y de nuestra tierra que está en nuestra grupal herencia leonesa.

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