Hay gente que haciendo el mal se realiza
Y pregonándolo se siente feliz,
Gente para la que, lo que más cotiza
En la práctica del bien es el desliz,
Y celebrándolo a bombo y platillos,
Que se enorgullece me da en la nariz;
Basta verlos cómo afilan los colmillos
Cuando a alguien le domina un vicio,
Cómo hasta hartarse se ponen amarillos
Devorándolos, pues les ve este ejercicio,
Sin menoscabo de otros emolumentos,
Tanto que lo convierten en su oficio;
Al mal ajeno la estera de excrementos
Y al propio le ponen la alfombra roja,
Que en aquel caso aran ensañamientos
Y en este la simiente que arroja
Esta gente siempre tiene otro trato:
No es igual de olivo que aceite de soja…
Sin embargo, cuando la aprieta el zapato
Del vicio hay gente a la que le atormenta
El dolor y cada vez pasa un mal rato,
Y trata de curarlo con la herramienta
De la virtud y el castigo a palo seco,
Y no con un vaso de poleo y menta:
Roto el paño, sin dejar ningún fleco
Sin hilo ni puntada… Y si la flauta
Suena, procurando que no tenga eco;
En esto esta gente es mucho más cauta,
Porque pregonar el vicio no concuerda
Con su modo de ser y obrar, ni es su pauta:
Es el trecho, sin tirar más de la cuerda,
Que hay entre la Derecha y la Izquierda.
II
Del cuerpo en cualquier parte,
Pero no en la cabeza,
Tienen el seso los Rojos;
Oficio, ciencia o arte,
Su Política empieza
Y acaba siempre en rastrojos;
Dados a quemar barbecho,
Cuando llegan al Poder,
Lo que hacen es joder
Todo lo que ya está hecho,
Pues la Derecha es letal
Y todo lo hace mal.
Los Rojos es el genérico
Que abarca también las féminas,
Que están en auge ahora;
Han pasado de un pretérito
Olvidado a las réplicas
De la Caja de Pandora;
De su mental empanada
Gira siempre el mismo disco:
Si hablan, o arman un cisco,
O más bien no dicen nada;
Pues si tiesas o con muecas,
Sus palabras suenan huecas;
Cada cual pues con sus fueros:
Trajeados o en vaqueros
Se les ven bien los traseros
Del progreso en gallineros
A ellos… Ellas, en cueros
O tapadas, aún con sueros,
Ponen huevos, … ¡pero hueros!