I
Si tuviera que echarle los tejos
A la Celaá, para conseguir algo,
Porque es una Ministra, ni de lejos:
Para ser un héroe sé que no valgo;
Tras una liebre tiesa como el palo
De una escoba, ni podenco ni galgo
Hay que corra, porque lo menos malo
Que le puede pasar, por darle coba,
Es perder, además del tiempo, el halo,
Que en mi caso puede ser mi joroba,
Que la soporto con mucho más gusto
Que ella el ser Ministra, siendo tan boba;
Y como dice la Misa: “es justo
Y necesario”, sin duda alguna,
Levantarle en la plaza un busto,
Para recordar que hubo en España una
Ministra, -y en esto tampoco me arrugo-,
Que un tiempo breve, con poca fortuna,
Fue a todas luces … ¡una tarugo!.
II
Todas las monedas tienen cara y cruz;
Si en el Gobierno en funciones no es afín
La Ministra Celaá a darnos luz,
Pues es la cara a oscuras por el serrín
Del leño viejo, la cruz es la Montero,
Que de hacer muecas no conoce el fin;
Cansados de oír su Porompompero,
Que suena bien, pero no dice nada,
Lo mejor es quitarse el sombrero
Y echarse una siesta…. Y así, cada
Mochuelo, como Dios manda, a su olivo:
La mejor Montero, boca cerrada,
Que deje de tomarnos por el chivo
Expiatorio, y avive el seso,
Pues todas sus cábalas son de archivo,
Tan sobadas y de tan poco peso,
Tal como su cuerpo de caña hueca,
De molla escaso y sobrado de hueso;
Si algún valor tanto cada mueca
Tuviera como cada argumento,
Habría que hacerle a la clueca
De los huevos de oro un monumento,
Que recuerde a una Ministra de Hacienda
De España, que tuvo su momento
De gloria, … ¡aunque nadie lo entienda!.