Si alguno o alguna
De los trescientos cincuenta Diputados
Y Diputadas que aúna
El Congreso, ya sea una
O un par de veces, habla, los bocados
Hinca más, que se dan por todos los lados;
Quien tiene la mala suerte
De tener que hablar, suspendiendo su siesta,
Si exabruptos no vierte,
Es porque dispara a muerte
Contra quien en su contra se manifiesta,
Y a su plácida siesta holgar le resta;
Extraña y mucho que gente,
Casi toda de carrera, sea tan basta;
Si habla, fijo que miente;
Y si calla es evidente
Que, si de no hacer nada le crece el hasta,
¡Más mejor!, pues se lleva una buena pasta;
El Congreso es cual pesebre,
Donde mejor comen la mula y el burro,
Pues, aunque su Partido quiebre,
Y guarde cama con fiebre,
En su reata no hay astuta ni cazurro,
Que ¡por rebuznar! no siga en el curro;
Y, cuando no, es cual la escuela,
En la que se enseña la ciencia del insulto,
A la ira pone vela
Y a la ignorancia espuela;
Solo al “y tú más” se le rinde culto,
Forrándose tan solo por hacer bulto….
No anduvo la Política con el seso
Muy lúcido, cuando se le ocurrió eso
De hacer, ¡sin saber para qué!, … el Congreso.