¡SIN SABER PARA QUÉ!

¡SIN SABER PARA QUÉ!

 

Si alguno o alguna

De los trescientos cincuenta Diputados

Y Diputadas que aúna

El Congreso, ya sea una

O un par de veces, habla, los bocados

Hinca más, que se dan por todos los lados;

 

Quien tiene la mala suerte

De tener que hablar, suspendiendo su siesta,

Si exabruptos no vierte,

Es porque dispara a muerte

Contra quien en su contra se manifiesta,

Y a su plácida siesta holgar le resta;

 

Extraña y mucho que gente,

Casi toda de carrera, sea tan basta;

Si habla, fijo que miente;

Y si calla es evidente

Que, si de no hacer nada le crece el hasta,

¡Más mejor!, pues se lleva una buena pasta;

 

El Congreso es cual pesebre,

Donde mejor comen la mula y el burro,

Pues, aunque su Partido quiebre,

Y guarde cama con fiebre,

En su reata no hay astuta ni cazurro,

Que ¡por rebuznar! no siga en el curro;

 

Y, cuando no, es cual la escuela,

En la que se enseña la ciencia del insulto,

A la ira pone vela

Y a la ignorancia espuela;

Solo al “y tú más” se le rinde culto,

Forrándose tan solo por hacer bulto….

 

No anduvo la Política con el seso

Muy lúcido, cuando se le ocurrió eso

De hacer, ¡sin saber para qué!, … el Congreso.

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Autor

Salvador Monzó Romero

Salvador Monzó Romero cuenta la feria según le ha ido y según le va, siempre ante la pantalla de la Televisión, reivindicando desde su sillón-bol, un tanto escorado a la derecha, su derecho a la crítica mordaz y ácida, pero con carácter moralizante.

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