Jose Andrés Mayo

Jose Andrés Mayo: «¿Y tú que opinas de la meritocracia?»

Jose Andrés Mayo: "¿Y tú que opinas de la meritocracia?"

Oyendo hoy la radio, discutían dos tertulianos sobre si debía jugar en el enésimo partido del siglo uno u otro jugador.

Hablaban, por supuesto, una vez que salgamos de esta pesadilla en forma de. virus.

Ambos apelaban a la meritocracia, concepto que tiene fervorosos seguidores igual que apasionados detractores. Yo, soy de los primeros, aunque con ciertas matizaciones dependiendo del ámbito al que lo apliquemos.

De entrada estoy a favor, porque creo que en la competencia, en la capacidades y en el esfuerzo, como gran defensor del cumplimiento de la regla de Pareto en las personas (eso me lo dejo para otro día). Cuando la meritocracia ayuda a crear un entorno más justo porque integra talento (que suele venir de serie) y sacrifico, es complicado oponerse. Y luego está la suerte no vamos a negarlo.

Me sublevo ante el enchufismo y la repetición de actuaciones, apelando a los usos y costumbres. No creo en el horóscopo (creo que se dice así) pero nací durante el periodo que corresponde a los Libra y quizás por eso tengo el sentido de la justicia más desarrollado.

A favor

En el deporte, en la empresas y en la política. En todos los sitios está presente. Pero en los equipos deportivos se ve más rápido que en otros colectivos si se aplica o no. Y aquí no tengo ninguna duda de mi posicionamiento a favor.

Todos somos potenciales entrenadores y no entendemos porque un jugador juega menos que otro, a pesar de aportar mucho más al equipo cuando participa. ¿Por qué ocurre? ¿Es que no se da cuenta el entrenador de su error? Desde fuera así es como pensamos los aficionados, sin conocer los intereses subrepticios. Normalmente será un patrocinador, presión del agente, amistades o una compensación económica. Sin estar dentro, esto uno solo lo puede imaginar. Y otras veces los propios entrenadores son los que se encuentran atados de pies y manos frente al director deportivo o presidente de turno. Por eso la meritocracia en el deporte debería ser obligatoria, que jueguen los que cuando lo hacen mejoran al colectivo.

En contra

Ahora bien, en otros ámbitos de la sociedad, los argumentos de apoyo no son tan evidentes, aunque de entrada “¿quién va a estar en contra de un sistema en que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales?” (RAE dixit). Pues Michael Young tiene un montón de argumentos en su libro El  triunfo de la meritocracia, 1870-2033: ensayo sobre educación e igualdad.

Como padres nos pasamos media vida diciendo a nuestros hijos que la clave en esta vida es el trabajo duro, pero ni siquiera unido al talento es suficiente garantía para alcanzar el éxito. Y todos conocemos a gente con un tremendo éxito que no poseen ninguna de las dos cosas. La vida no es justa y ya lo sabíamos.

¿Pero solo con esforzarse es suficiente? ¿Por qué uno tenga estudios “superiores” se merece más que alguien que no los tenga? Nos equivocaríamos pensando así, porque entonces crearíamos una sociedad basada en el “merecimiento” y el problema es cada persona tiene una idea diferente del mérito.

Porque la perversión final de la meritocracia es la siguiente: ¿debemos pagar por la utilidad real que me produce el bien o servicio, o por el merecimiento del que lo ofrece o produce? Si elegimos lo segundo, nos colocaríamos en el lado equivocado de la cadena, y no se buscaría el incentivo del que demanda el servicio.

Conclusión

La realidad es dura, ya que con un talento aceptable y enorme esfuerzo lo más normal es que consigas un éxito moderado, nada extraordinario. Y nunca ocurrirá sin tu ración de suerte. Pero ejemplos con los términos de la ecuación cambiados existen muchos y muy cerca, y eso es difícil de digerir, además de ayudarte poco a promulgar la importancia de la constancia y tenacidad.

  • PD: Y si no que se lo digan a hijos de ex-jugadores que pululan por nuestros campos de fútbol o canchas de baloncesto, con el único talento de ser “hijo de”. Eso en los deportes individuales solo ocurre en casos de mucho dinero y suele ser efímero.
  • PD2: El objetivo de este blog no es entrar en debates políticos, pero “la ley Celaá” que está a punto de ser aprobada puede ser un ejemplo negativo de actuar contra la meritocracia, ya que tiene como señas de identidad no dejar “a ningún niño atrás” y eso se traduce en no premiar el esfuerzo.

Jose Andrés Mayo

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