1.
En el Treinta y Seis yo ya tenía ocho años:
Al paso que vamos, me da que pronto veremos
Quemar conventos, violar monjas y matar curas;
Si del Gobierno, tal y como de sus escaños,
No se le apea a los/las de Unidas Podemos,
Volveremos sin duda a pasarlas muy duras;
Mis premoniciones no serían tan pesimistas,
De no haber sido víctima de los comunistas;
Por de pronto, están intentando a las puertas
De la Prensa de la Derecha ponerle aldabas,
Y a todos los Medios que los censuran, cerrojos;
En tanto ellos de bulos a tope sus espuertas,
Para que la Oposición calle la verdad, trabas
Por todas partes … ¡Ésta es la España de los Rojos! …
Si se les deja que tomen las armas del progreso,
Suerte quien llegue a una isla en el Peloponeso;
Aquel pues que no logre poner pies en polvorosa,
De los Rojos no puede esperar otra cosa,
Con hambre, sarna y piojos, en verso o en prosa,
Que irse, sin que sea su hora, … ¡a la fosa!!.
2
De no haberme valido
Del seso asaz nutrido
Para ganarme la vida,
Con paz y amor vivida,
La labor de la huerta habría sido,
Para no oír a los Rojos, mi guarida;
El rumor de las abejas
Y el ruido de las rejas,
Libando néctar y abriendo
Surcos, los sigo oyendo
En el recuerdo con la nostalgia de las quejas
Más gratas que de los Rojos el estruendo;
De ellos hasta mis doce años,
Solo recuerdo los daños
Que aún conservo n el alma
Y que me roban la calma;
Me da que si de nuevo ocupan escaños,
Del mal volverán a llevarse la palma;
Si algo queda de su paso,
Es que éste fue escaso,
Pues de haber sido largo
El tiempo en el que Largo
Caballero mandó en España, al raso
Viviríamos con un sabor amargo;
Antros de la inquina,
Con pene o con vagina,
Queda la tierra inerte,
Aunque les parezca fuerte,
Donde ara el Rojerío, que, si no ruina,
Lo que deja a su paso, … ¡es la muerte!.