Menos mal que la mayoría de los españoles
No son Rojos, que de todo mal son más, incluso
Más cornudos que un cesto lleno de caracoles;
Pero en número son menos, si no sería un abuso
De la naturaleza con tanta gente maligna:
Tanto, que cuando uno da con algún obtuso
De ellos, lo primero que hace es que se resigna,
Tal como si se diera con el mismo diablo,
Y al no poder hacer otra cosa, se persigna;
Sin ir más lejos tenemos presente al Pablo
Iglesias, que, de su hipocresía haciendo un sayo,
Pretende tapar su sucia Política de Establo;
No obstante, aun siendo menos, reacios al desmayo,
Con un tesón que alcanza el nivel más alto,
Nos exhiben sus heces como flores de mayo;
De toda vocación y hábito para la paz falto,
Un solo Rojo equivale a un gentío,
Que llena de mierda tierra y asfalto,
Hiede el ambiente, y del libre albedrío
Dueño y señor, tan sólo lo que él proclama
Es la verdad; la de los demás, secano baldío;
La libertad de expresión tan solo mesa y cama
Tiene de los Rojos en el comedor y alcoba;
En boca ajena: sino un sainete, un drama;
Dicho lo cual, como no me va el darles coba,
Viendo el ruido con que su derrota se cobran,
Los barrería si yo tuviera una escoba,
Porque los pocos que todavía quedan, … ¡sobran!;
Darles como al Carrillo y a la Pasionaria
Un abrazo y un beso, … ¡cada español, un paria!.