El vicepresidente del gobierno D. Pablo Iglesias ha hecho un comentario en el senado que es digno de analizar: “Yo tengo tres hijos. Mi pareja y yo tenemos reconocido el derecho a ser familia numerosa, pero como no estamos casados ese derecho solamente lo puede disfrutar nada más que uno de los dos progenitores. En nuestro caso no tenemos ningún problema económico, pero hay familias que sí lo tienen”. Pues considerando estas afirmaciones y buscando el bien, no solo natural sino también el bien del más allá, exhortaria a D. Pablo que le pidiera matrimonio a Doña Irene. Ya puestos sería estupendo que este matrimonio se celebrara en un iglesia bonita de las que abundan en nuestro querida España. Para ello deberían hacer un curso prematrimonial o incluso un catecumenado, si es que no han recibido el sacramento de la iniciación cristiana como es el bautismo. No sufran sus Señorías porque como saben el matrimonio cristiano celebrado en el seno de la Iglesia automáticamente convalida el civil. Una vez hecho esto D. Pablo y Doña Irene que no tienen problemas económicos, se podrían dedicar a obras de caridad, por ejemplo haciéndose socios de Cáritas, que como saben gracias a su acción mucha gente no pasa hambre en este pais. Pero es que además, una vez llevado este compromiso a la realidad, como políticos, podrían hacer un bien extraordinario buscando siempre lo que es mejor para el bien común. Ahora que se quiere promulgar la ley de la eutanasia, tendrían ocasión de sembrar una buena semilla reconsiderando lo oneroso y , sin exagerar, macabro de este proyecto legislativo. En fin que entonces podrían disfrutar ambos del derecho de familia numerosa, pero lo más imortante es que el día que llegue la Parca, que llegará inexorablemente, Aquel que juzgará (se crea o no se crea da lo mismo) vea las cosas tan buenas que ha intentado hacer D. Pablo para todos.