¡Se han pasado tres montañas!;
Y a usted, señor Ministro, se le ha llenado
Su Campo de ideas extrañas,
Que, como alimañas,
Por todas partes lo han agujereado,
Escapándosele todas sus patrañas;
Oírle cómo despotrica,
Se le pone a uno la piel de gallina;
Como quien pone una pica
En Flandes, si santifica
Que a los reos se les dé la medicina
De la libertad, es que en su botica
Hay de todo, hasta incluso
Interpretar la ley como le viene en gana;
Sepa usted que de un recluso
No se puede hacer uso
De su petición de indulto, si mañana,
Del mismo delito se obstina en su abuso;
Si en un lapsus lo han pillado,
Porque el micrófono lo ha cerrado tarde,
No reconociendo el lado
Oscuro de su altercado,
Dé usted la cara y no sea cobarde,
No dé usted por vendido todo el pescado;
Si por seguir en su cargo,
Hay que poner el culo, como esta vez,
Le pregunto: si en letargo
Deja la ley, por encargo
Del amo, pues dudo, … ¿y usted es juez? …
Me da a mí que ese traje … ¡le viene largo!.