Procuro no ponerme nunca al lado
De un Rojo, porque me lleno de mierda;
Es todo cuanto de sí siempre ha dado,
Nos da y seguirá dándonos la Izquierda,
En cualquier ocasión, aunque, cuantas veces
Gobierna, el polvo de la derrota muerda;
Con su oposición a la Virgen preces,
Más que el agradable aroma de las flores,
Le va el vomitivo tufo de las heces;
Los Rojos no son mala gente, son peores
Que la carcoma en la viga de la paz …
Hoy día, para topar con los mejores
Gusanos que la roen, está el falaz
Coleta, y con él su pareja de cama,
El Memo, con el gesto más agraz;
Sólo porque sí, no tienen mala fama,
La tienen porque, además de lo recordado,
Se sienten blancos como algodón en rama,
Y son más Rojos que de un toro degollado,
La sangre que se desparrama por la arena …
Paradigma de un sepulcro blanqueado,
Cada Rojo es, en la larga cadena
De la hipocresía, una argolla
Oxidada, que hoy día, la alacena
Abastecida y oliendo a gloria la olla,
Para que no se rompa, le da la vena,
Y toda su Política la desarrolla
Para no acabar, si no en la trena,
-Alguno ya está cerca-, con la olla sin molla …
Yo con esto también acabo: ¡de pena!.