Con más de noventa años,
Jamás había oído que a un Presidente
Y a un Ministro, a engaños
Dados, en los aledaños
De un hospital, los abuchearan frenéticamente,
Gritándoles ¡sinvergüenzas!, y otros daños
Morales, como dardos envenenados
Que se clavan en el alma por sus pecados;
Esto sólo en el caso
Que sean cristianos, de lo que yo dudo,
Pues no detienen el paso,
Ni piden perdón; si acaso
Bajan la mirada para que de escudo
Les valga, parece que es tan escaso
Su arrepentimiento, que agravios tales
Les resbalan como lluvia en los cristales;
De un gran recibimiento
Que esperaban, apropiándose el éxito
Del claro descendimiento
Del vil Covid, con el viento
Que la hábil Ayuso le ha dado, su crédito,
Por sorpresa, ha mutado en el excremento
Que la gente les ha arrojado, pasmados
Con ir a por lana y salir esquilados;
Acumulan ya tantas adversidades,
Que, aprovechando estas facilidades,
Ausente su Juana de Arco, abades
Con el hábito de sus mil falsedades,
Han obviado la verdad de las verdades:
¡Quien siembra vientos, recoge tempestades!.