Nimrod mandó, para llegar al cielo,
Construir la Torre de Babel; Dios
Confundió sus lenguas y fue un fracaso;
El Sánchez, que Nimrod con mayor celo,
De construir otra Babel va en pos,
Con muchísimos años de retraso,
Mutando España, si no hay quien le ajuste
Las cuentas pronto, en un desbarajuste;
Viendo el paso que lleva, convertido
En el mejor portavoz de sí mismo,
Cuanto ha dicho y dice de momento,
Él está plenamente convencido
Que donde otros abren un abismo,
Él se erige su propio monumento;
No necesita que nadie le alabe,
Porque de eso él es quien más sabe;
Dime de qué presumes y, sin pero
Alguno, de diré de qué careces,
-Dicho popular con filo de hoces,
Que al Sánchez muta en otro Zapatero,-
De quienes, ¡coño!, lo que no son heces,
Son, cada cual, a su manera, coces;
A uno España le causa abatimiento,
Y al otro escuerzo le importa un pimiento;
El Sánchez está alcanzando nivel
De Dios y, fiado en su papel,
Espera que le canten, como miel
Sobre hojuelas, lo que cada fiel
En la Iglesia a pulmón sin cuartel:
¡No adoréis a nadie, a nadie más que a él!,
Ignorando lo que le pasó a Luzbel
Y ajeno a lo de … ¡la Torre de Babel!.
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