Sí, la Irene y la Jesusa Montero,
Aunque ambas tienen el mismo apellido,
Se parecen como un huevo a una castaña;
En lo físico, una un cinco, la otra un cero;
Y políticamente, la cinco un ejido
Seco, y la cero una florida montaña;
Me explico: la Irene, obsoleta de seso,
Y la Jesusa, sobrada de la sin hueso;
Vamos con la primera: tierra muy escasa
De abono y cultivo; lo que abunda en ella,
No son las rosas ni el trigo, son abrojos;
Que es, cuando la escuchamos, lo que nos pasa
En el magín, que la vemos como la estrella,
Que en la Política alumbra a los Rojos
Y Bermejas que, su querencia a las heces,
Creen y vitorean sus sucias sandeces;
Sigo con la Jesusa, sí, la de Hacienda,
Con más teclas que un piano y más cabras
Que un rebaño, y más moscas ¡perdón! que una mierda,
Que también de la Política en la tienda,
Son muecas y bulos y un perol de palabras,
-El caldo de huesos, sin magro, de la Izquierda-,
Que, para que a gusto nos traguemos sus sapos,
Cada día se disfraza con distintos trapos;
Dicho lo cual, sea el que sea el ángulo
De donde se mire, ya no existe obstáculo
Alguno, para que nos hagamos el cálculo
Que lo que hay, más que un Gobierno, … ¡es un espectáculo!.