¡PELILLOS A LA MAR!

¡PELILLOS A LA MAR!

 

Que las féminas, como ya es un hecho,

Se manifiesten por doquier en defensa

De sus derechos, están en su Derecho;

 

Tal es así, que es una suerte inmensa

Que las jalea, salvo alguna excepción,

Radios, Teles y casi toda la Prensa;

 

El hecho, no obstante, de que la emoción

Las convierta en un triste espectáculo,

Una de las razones del corazón

 

Puede que sea, pero, al dar pábulo

Al bodrio de la Ley de Igualdad de Género,

Para aplaudirlas, sin más, es un obstáculo;

 

Subyacendo un movimiento vipéreo,

Mientras ellas van de jolgorio en jolgorio,

Los Magistrados le preparan su féretro;

 

Lo del Sánchez, al abrirle el dormitorio

A la pareja de la Irene Montero,

Lo ha convertido en el chivo expiatorio,

 

Que, para no acabar en el tostadero

De su Gran Casoplón en el Guadarrama,

Donde arde quien no se somete a su fuero,

 

Sigue aun acostándolo en su cama;

El precio que paga por ello a su adjunta,

No deja de ser un tributo al ama

 

Del absurdo, que le quiere sacar punta

A una ley que, más que jugo de la copa

Mental, es mierda del culo de una yunta;

 

Que aun haya gente con seso de estopa,

Que se empeñe en hacérnosla tragar,

Además del histórico ¡vaya tropa!,

Tirar de la cadena, y si objetar

Intentan algo, … ¡pelillos a la mar!.

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Autor

Salvador Monzó Romero

Salvador Monzó Romero cuenta la feria según le ha ido y según le va, siempre ante la pantalla de la Televisión, reivindicando desde su sillón-bol, un tanto escorado a la derecha, su derecho a la crítica mordaz y ácida, pero con carácter moralizante.

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