El que sin más iba a echar de la Política
A todos los corruptos, fiel a su palabra,
Al primero que ha echado es a él mismo;
Actitud la suya tan noble y magnífica,
Como la hasta ahora tan perversa y macabra,
Tanto, que entre una y otra dista un abismo;
Paz halle, por tanto, como tanta paz deja,
Pues corrupción cual la suya no la hay pareja;
Si abandona es porque el barco zozobra,
Es porque el aquilón arrecia en la proa,
Es porque no puede hacer lo que quiere;
Antes que aceptar su derrota, maniobra
Para, viéndose sin cama en la Moncloa,
Que en su casoplón no le echen un miserere;
Lo que la gente entiende como una cobardía,
Él lo convierte en su propia apología;
Porque le han venido mal dadas, al tren
Se ha subido del Roures, desde cuyo edén
Pecuniario a tope, ya con la sartén
Por el mango y la hipocresía en la sien,
Seguirá tratando al pueblo como rehén,
Y, con una vida opípara y fetén,
A diestra y siniestra mirará con desdén,
Sin que, para incordiar, … ¡jamás diga amén!.