- UN ALTO EN EL CAMINO
(28.09.21)
El recuerdo de mi juventud, escaso tesoro,
En mi querido pueblo, entre el mar y la montaña,
El rumor de las olas y la arboleda, el coro
De los pájaros, el esplendor de cada mañana,
Y de los atardeceres de sus adioses el oro,
Me hace más feliz que la plena y larga hazaña
De vivir en Madrid, cerca del “¡que descanse en paz!,”
En un amplio piso del Barrio de Moratalaz;
Digo: ver entre los trigales las amapolas,
Escuchar de los jilgueros sus alegres trinos,
Oler las rosas y, acompañado o a solas,
Saborear higos frescos, y andar los caminos
Pisando el rocío de la mañana, cabriolas
Son hoy del recuerdo, que, con sus remolinos
De felicidad, el viento de los años hace
Cada día más lejos mi … ¡requiescat in pace!;
Claro que, aunque no me sienta, soy viejo;
En román paladino: un joven de noventa
Y más años, que, no obstante tener el pellejo
Reseco, sigue viviendo sin tener en cuenta
Su edad, sigue caminando, no como el cangrejo,
Marcha atrás hacia el ruido, que tanto le atormenta,
De la ciudad, sino en directa y adelante,
Pues lo que conserva intacto … ¡es el talante!;
Sí, como soy católico, creo en Dios,
Con el recuerdo sigo sin decirle adiós
A la vida, puesto que no una, las dos:
Soy viejo y de seguir siendo joven … ¡voy en pos!.