Cuando no es uno es otro, y cuando no es una
Es otra, cada cual o cada cuala por su cuenta
Y riesgo, no tal y como en Fuenteovejuna;
Cuando no con rayos y centellas de tormenta,
Con chorradas que muy poca gracia nos hace alguna;
Verbigracia: tenemos al ministro Escrivá,
Que en su suculento cargo no ha hecho nada,
Hablando de alargar la edad laboral, alcanzada
La cuesta de los setenta y cinco años … Si no da
Más de sí, mejor duerma la siesta con otra almohada,
Pues en la que hoy pone la cabeza, más le valdría
Cambiarla por otra mejor mullida, para que siga
Soñando con los angelitos, lo cual supondría
Que le aumentara aún más el volumen de su barriga …
Yo le pondría a abrir zanjas … ¡y a ver qué decía!
En dirección contraria tenemos a la Soraya
Díaz, la que, sin más, se ha tomado el cargo, ¡vaya
Por Dios!, al son de la ironía-, como un espectáculo,
Donde, cómo y para exhibir su temple de paya-
sa, confundiendo las témporas con el culo;
Si esta es ministra, cualquiera puede ser, sin duda,
Isabel la Católica o la Reina de Inglaterra;
Además de no buen ver, es tan necia y tozuda,
Que no hay quien con ella se entienda, porque, desnuda
De argumentos, cualquier pacto, dando gritos lo entierra;
Y encima comunista, ya lo que faltaba,
A estas alturas, con inusitado entusiasmo,
Exaltando el Manifiesto de Marx, que solo alaba
Hoy, con ella tan feliz, algún tonto del haba,
Que, trasnochado o trasnochada, logra … ¡un espasmo!
Y acabo por hoy, pues con estos dos platos, la cena
Es tan opípara que, sentados en la mesa
Ministros y ministras de la misma cadena,
Aunque no todos ni todas en la misma remesa,
Tenemos hoy un Gobierno, que si algo da, … ¡es pena!.