LO ESPEJOS ROTOS

LO ESPEJOS ROTOS

 

En el vértigo de su endiosamiento,

Siempre que no gana, miente;

Y si gana, pone su pensamiento

 

En volver a engañar a la gente,

Porque si no, no se siente tranquilo,

Como si sufriera un accidente,

 

Y le rompiera para siempre el hilo

Con el que pueda coser su falacia:

Este, y no otro, es su estilo

 

De gobernar el País, la Democracia

Pisoteándola como al rastrojo,

Lo que resulta ser una desgracia,

 

Pues en vez de un Presidente, ¡0jo

Al dato!, de un supuesto Gobierno,

Tenemos, ¡ya es el colmo!, a un Rojo,

 

Que es con lo que ha mutado, tierno

Y dócil, con tal de estar en la Moncloa

Un par de años más, o más, con el cuerno

 

De la abundancia, que cada vez incoa,

Sin ningún rubor, más y más mentiras,

Y a quien no le guste, tachuelas roa;

 

Mientras en sus manos tenga las liras

Del Gobierno, le importa un huevo

Y la yema del otro, de las iras

 

De la Oposición el tenso relevo

De acusaciones que, por mentir tanto

Le hacen, pues para el nada es nuevo;

 

Fiado por tanto en que el canto

Del cisne se oye aún muy lejos,

Cierra de la Moncloa a cal y canto

 

Las puertas, para que, con sus manejos,

El Casado y el  Abascal, dado el caso,

No le saquen a golpes y en espejos

Rotos queden sus sueños … ¡en  El Ocaso!.

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Autor

Salvador Monzó Romero

Salvador Monzó Romero cuenta la feria según le ha ido y según le va, siempre ante la pantalla de la Televisión, reivindicando desde su sillón-bol, un tanto escorado a la derecha, su derecho a la crítica mordaz y ácida, pero con carácter moralizante.

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