En el vértigo de su endiosamiento,
Siempre que no gana, miente;
Y si gana, pone su pensamiento
En volver a engañar a la gente,
Porque si no, no se siente tranquilo,
Como si sufriera un accidente,
Y le rompiera para siempre el hilo
Con el que pueda coser su falacia:
Este, y no otro, es su estilo
De gobernar el País, la Democracia
Pisoteándola como al rastrojo,
Lo que resulta ser una desgracia,
Pues en vez de un Presidente, ¡0jo
Al dato!, de un supuesto Gobierno,
Tenemos, ¡ya es el colmo!, a un Rojo,
Que es con lo que ha mutado, tierno
Y dócil, con tal de estar en la Moncloa
Un par de años más, o más, con el cuerno
De la abundancia, que cada vez incoa,
Sin ningún rubor, más y más mentiras,
Y a quien no le guste, tachuelas roa;
Mientras en sus manos tenga las liras
Del Gobierno, le importa un huevo
Y la yema del otro, de las iras
De la Oposición el tenso relevo
De acusaciones que, por mentir tanto
Le hacen, pues para el nada es nuevo;
Fiado por tanto en que el canto
Del cisne se oye aún muy lejos,
Cierra de la Moncloa a cal y canto
Las puertas, para que, con sus manejos,
El Casado y el Abascal, dado el caso,
No le saquen a golpes y en espejos
Rotos queden sus sueños … ¡en El Ocaso!.