Vamos a ver, señora Ministra de Transportes,
Doña Raquel Sánchez: si son los camioneros
Los que, haciendo carretera, hacen los portes
De nuestro pan de cada día, los verdaderos
Currantes, … ¿a qué vienen, por su parte, esos cortes
De manga, sí, arrojándolos a la cuneta
Porqué a usted le sale del papo o de una teta?;
Sentada en su sofá, mirando qué tiempo hace,
La Patronal a sus ascuas arrima la sardina,
Y luego la reparte tal y como le place,
Para ella la molla, y lo que queda, la espina,
Sin tener que rebuscar en ningún desguace,
Siempre para los camioneros, a cosa hecha,
Porque son pocos y además de la Ultraderecha;
De casta le viene a la galga, pactando con quien
Parte y reparte y se lleva la mejor parte,
Y, valga la paradoja, llevando un tren
De vida, que el mismo Napoleón Bonaparte,
Hubiera deseado, teniendo la sartén
Por el mango, … Tal cual la tiene Su Señoría,
Paloma para unos, y para otros, arpía;
Si de Moral andamos como de Política,
Tan sobrada, no andarían los camioneros
Pidiendo a la parienta que busque una clínica,
Por si les da un arrechucho y estando en cueros,
-entiéndase sin pasta-, acaben siendo víctima
De quien, bajo su amparo, -y esto ya es muy serio-,
Les pague el gasoil … ¡y lleguen al cementerio!;
Señora Sánchez: sería un gesto colosal,
Que le diera pico y pala a la Patronal,
Y dejara en paz a los currantes, pués no da igual,
¡Coño! … ¡hacer el bien, que hacer el mal!.

