No quisiera estar en la piel del Sánchez, desde luego;
Ni yo, ni nadie. No solo por lo que ha hecho,
Está haciendo y hará con sus decretos-leyes;
Es porque, reo de su propio cuerpo, tatuado a fuego,
De cabeza a pies, con tanto material de deshecho,
Ya no lo pueden arrastrar ni sus mulas, ni sus bueyes;
Dado además su ademán impasible, con permiso
Del gay-saber, más borde que fiel bufón don Piso;
Por dentro, su aspecto es más desagradable;
La verdad en su cacumen le causa náuseas,
Y en su estómago, cuando no angustia, le da hipo;
En tal estado, ¡leche!, para echarle un cable,
A cambio de mantener el cargo y áureas
Prebendas, de su vasta cabaña algún tipo
Habrá, quien, tal como el miedo guarda la viña,
En su caso, se convierta en ave de rapiña;
Su narcisismo, por una parte, y su apego,
Por otra, al Poder, han hecho de él un charnego
En Cataluña, y en el País Vasco un borrego
Para su ¡Gora Eta! …¡Y más de sí que dará su ego!.