No quieres caldo, dos tazas,
Cuando ni una siquiera
Pide el cuerpo, nadie espera
De un Presidente-bocazas,
Que endiosándose es la pera,
Pues, por si esto fuera poco,
No se resiste tampoco,
Considerando que es memo,
En mandar ahora al Supremo
A que se limpie el moco;
Su poder no tiene límites:
Ahora ha cogido la perra,
Convencido que no yerra,
Con báculo de Pontífices,
De a los vivos darles tierra,
Cuando ya y sin más tretas,
Se cansa de las cunetas
Sacar muertos de la guerra,
Pues, muchos que desentierra,
Lo mandan a hacer puñetas;
Por eso ahora se mete
Con los vivos, y, sin pausa,
Pues cree que son la causa
De que se halle en un brete
De acabar, -no es un misterio-,
Tirado en un cementerio,
O puede que en un retrete,
Sin llegar al climaterio,
Donde ser nadie le vete,
Por su cara, … ¡Pedro el Serio!.