Todos conocemos el cuento del flautista de Hamelin, el que con solo tocar la flauta conseguía que todos los ratones le siguieran hasta el río donde se ahogaron sin rechistar.
Algunos niños nos preguntábamos cómo no había ninguno que se diese cuenta y se saliese de la fila al comprobar que peligraba su vida, también queríamos saber las cualidades de esa flauta mágica.
Éramos conscientes de que sólo era un cuento irreal aunque ahora compruebo con asombro que es una realidad.
Nuestro mago presidente nos conduce al río de la falta de principios necesarios en toda comunidad y amenaza con ahogarnos en la amoralidad sin que nadie rechiste, lleva unos años tocando la flauta y ha conseguido adormecer a gran parte de la ciudadanía, los verdugos los ha convertido en santos y así vemos a Otegui con una noble aureola en la cabeza mientras que al pobre Ortega Lara lo dibujan con un rabo demoníaco, esto que rompe toda la lógica ha colado aunque parezca imposible. Los herederos de ETA son un partido democrático con el que se puede negociar mientras VOX es un apestado.
Todos recordamos la tensión social creada por los separatistas catalanes, desde las agresiones a guardias civiles, las presiones para expulsarlos de lo hoteles, la pobre funcionaria de justicia secuestrada por los manifestantes, la toma del aeropuerto, la quema de contenedores con peligro de incendio para algunos edificios…, pues nada de eso impide que el flautista consiga que millones le sigan sin rechistar, no pasará mucho tiempo antes de que se le de la vuelta a la tortilla, serán los separatistas Los Santos y el resto los demonios.
Estas anécdotas no serían importantes sino fuesen síntomas claros de la degradación social. No importa que la ley del “si es si “ beneficie a cientos de agresores sexuales,la flauta de Sánchez lo arregla con un par de notas, no necesita más; tiene a millones de españoles encantados.
Lo de las okupaciones, la falta de viviendas, los trece millones de compatriotas en riesgo de pobreza, los 40000 paisanos que viven en la calle, la deuda pública, ese peso que pagarán nuestros hijos y nietos, la maquillación de datos de todo tipo, el asalto a la justicia…nada que preocupe al flautista.
Ni los historiadores que se supone tienen cierta capacidad crítica necesaria para realizar su labor ya que no me imagino a ninguno que se crea lo primero que le cuenten o vean han tragado con la ley de la mal llamada Memoria Histórica convertida en Memoria Democrática; no han visto que es una ofensa para su profesión, que los han rebajado a cuentistas a los que tengo mucho respeto porque sus historias apasionan a los niños creándoles un mundo imaginario.
La historia se basa en hechos contrastados de los que se puede opinar pero no rebatirlos ya que si no nos fiamos de los mismos no es posible trabajar mientras que la memoria es subjetiva, depende de cada individuo, de su visión de la vida, del ambiente social, de sus creencias y hasta del tiempo transcurrido ya que la memoria es selectiva y falla con los años; pues nada, los historiadores callados como tumbas, muertos vivientes, se tragan lo que sea con tal de chupar de la mamandurria.
Cuando los comparo con los intelectuales de principio del siglo XX me dan ganas de llorar, si Unamuno, don Miguel, que promovió la venida de la República y al ver que se desviaba tuvo la dignidad de irse a Francia, cuando ganó Franco volvió a Salamanca pero como tampoco le gustaba lo que veía se enfrentó con un grupo de hombres armados dirigidos por Millán Astrain, que era de armas tomar, y delante de la mujer de Franco, con un par, les dijo a la cara: “Venceréis pero no convenceréis “
Si don Miguel viera a los intelectuales actuales, tan sumisos ellos cuando su labor es iluminar y criticar al poder para que mejore su gestión, no sabría dónde meterse.
Sánchez supera al flautista porque aquel llevaba a los ratones al río y el presidente los aborrega que tiene mayor mérito; es un mago de la flauta y de la manipulación, conoce bien a muchos periodistas y sabe que tampoco tienen bemoles, son peores que los supuestos intelectuales, se les tapa la boca con unos milloncejos y repiten como loros lo que dice el jefe, menos mal que todavía quedan unos pocos que respetan su profesión y se respetan; lo mismo que los diputados focas que aplauden lo que sea; mención aparte son los sindicalistas adocenaros, los cuales cambian su espíritu reivindicativo por unas mariscadas y otras prebendas.
En el fondo admiro al manipulador aunque me da pena que esté convirtiendo este pueblo que ha demostrado a lo largo de la historia su resistencia a todo tipo de tiranías en un pueblo de aborregados, qué buen presidente sería si aplicara sus magníficas dotes para conducirnos en la dirección del progreso material y moral.