La cuestión de fondo es que el modelo de patronal con un lobbista al frente ha fracasado. El problema de hecho es que no hay patronal
El presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán está siendo objeto de una evidente operación de caza y captura, de acoso y derribo, articulada en torno a la quiebra de ‘Air Comet’, precipitada por el Ministerio de Fomento.
La concatenación de hechos es propia de Chicago años 30 y muestra el nivel de crueldad al que ha llegado este ejecutivo de incompetentes:
- 1) cena en La Moncloa para relanzar supuestamente el diálogo social que termina en desencuentro;
- 2) filtración de las deudas de ‘Air Comet’ con Caja Madrid;
- 3) acelerada e irresponsable actuación del Ministerio de Fomento suspendiendo las licencias de vuelo de la empresa, forzando la quiebra inmediata, afectando a seiscientas familias de trabajadores, a los que, además, se les adeudan meses atrasados.
Entre medias, intentos fallidos de venta de la empresa y dimisión no aceptada a la presidencia de CEOE por parte de Díaz Ferrán. Cuestión pendiente para el inmediato futuro.
REGLAS DE MERCADO
La quiebra de una empresa pertenece al ámbito de lo natural en una economía de mercado (la española, propiamente no lo es, pues se funciona mediante el mercantilismo, negociando corruptamente con el poder político). Tiene muchas posibilidades de ser el efecto de una mala gestión, pero también puede ser la consecuencia de cambios en el gusto de los consumidores, de crisis en el sector.
El del transporte aéreo no pasa por su mejor momento. Los trabajadores, los más perjudicados, han de tener en cuenta los años que disfrutaron de trabajo gracias a la inversión y el esfuerzo del empresario.
La quiebra de ‘Air Comet’ adquiere especial relevancia, en medio del desastre económico propiciado por el Gobierno, por ser propiedad del presidente de la CEOE y por el contexto político en el que las decisiones del poder ejecutivo todas resultan lesivas para la empresa.
UNA FORTUNA AL CALOR DEL PODER
El análisis habitual, casi unánime (el periodismo vive un momento bajísimo, al dictado constante de consignas) es que Díaz Ferrán es víctima de la venganza del Gobierno por no plegarse a la foto del diálogo social. Eso está lejos de la realidad. Díaz Ferrán nunca se enfrentó al Gobierno, fue el Gobierno (y sus lacayos sindicales) el que decidió enfrentarse a él. Simplemente Díaz Ferrán dejó de interesar y ha sido elegido como chivo expiatorio. Díaz Ferrán ha hecho buena parte de su fortuna al calor del poder, al que, a cambio, ha servido de coartada.
Nunca planteó el despido libre. La cena fue una encerrona en toda regla. Sin luz y taquígrafos, convertido el palacio de la Moncloa en remedo de Cotton Club, el aparato de propaganda socialista lanzó una versión y un mensaje interesados. Díaz Ferrán se pasó varios días intentando desmentir lo que se ponía en su boca.
MAFIA GUBERNAMENTAL
El guión estaba preestablecido. La mafia gubernamental, liderada por un perfecto inútil e incompetente, en impúdica francachela, había decidido dejar caer a quien tan bien le había servido.
El PSOE y sus lacayos sindicales habían decidido echar a alguien la culpa del desastre y, en el instinto totalitario del nefando socialismo, los culpables habían de ser los empresarios. Y ninguna visualización mejor que sentenciar a Díaz Ferrán. Es obvio que la filtración de las deudas con CajaMadrid salió de los sindicatos, que tienen representantes en su Consejo de Administración.
El aspecto tragicómico de la impúdica francachela es que Díaz Ferrán fue al principio un empresario, para pasar luego a comisionista o mercantilista, acostumbrado a la negociación en las cloacas del poder, como en toda la historia de Aerolíneas Argentinas. Cuando en las mafias se cae en desgracia, éstas actúan sin piedad. Es el caso. Díaz Ferrán no merece compasión ni apoyo. Está recibiendo su merecido, aunque las víctimas colaterales sean los trabajadores, y eso es lo penoso.
MODELO FRACASADO
La cuestión de fondo es que el modelo de patronal con un lobbista al frente ha fracasado. El problema de hecho es que no hay patronal.
La patronal no puede depender de las subvenciones, no puede depender del poder político, y CEOE depende. La CEOE recibe subvenciones, bajo el concepto de ‘asesoramiento’, del Ministerio de Trabajo y participa, junto a UGT y CC OO, en el negocio corrupto –se establece directamente una comisión del 3%- de la formación continua a través de la Fundación Tripartita. Eso hace que la CEOE sea un lobby contra la libre empresa, los empresarios y los contribuyentes.
La cuestión no es que Díaz Ferrán deba dimitir –porque ya está sobrando- es que la patronal ha de regenerarse, abandonando la dependencia de los Presupuestos, dejando de parasitar, tanto en la cabeza como en la estructura. Si no se dan esas dos condiciones la CEOE seguirá siendo la misma pantomima, la misma ficción y la misma cloaca que ha prestado a la coartada del diálogo social, hasta que la mentira ha hecho eclosión. No hay patronal. Esa es la cuestión.