Tanta diligencia es encomiable, pero contrasta con la pasividad que el mismo alcalde y el mismo Ayuntamiento acaban de demostrar en un tema muchísimo más grave y relevante
Es el mundo al revés, el reino de la estulticia. El Ayuntamiento de Barcelona, que no se atrevía a prohibir el homenaje a una terrorista planificado para este sábado en las fiestas del barrio de Gracia, estudia multar a Shakira por ir en moto sin casco y bañarse en una fuente pública.
La misma Guardia Urbana, que el alcalde socialista Jordi Hereu no quería emplear para evitar que se recibiera como una heroína a la etarra Laura Riera, se apresta a multar a la estrella colombiana, que por estos días rueda junto a su equipo en la capital catalana.
El Ayuntamiento barcelonés confirma que «está estudiando» imponer una infracción a la cantante Shakira por pasearse por el paseo marítimo de Joan de Borbó en una Harley-Davidson sin el casco reglamentario y por bañarse en una fuente pública.
Los dos actos son escenas del video «Loca», la última creación d ela estrella. Por lo visto, los productores de no tenían el pertinente permiso para rodar en las calles de la ciudad y la broma les puede costar unos cientos de ueros.
El estudio de Jaume de Laiguana, quien dirige la producción, no ha querido referirse al tema, ni a las expresiones del Ayuntamiento barcelones, que oficialmente y por escrito «lamentado que un personaje público no predique con el ejemplo«.
En las fotos utilizadas como prueba acusatoria, se ve a la cantante bañarse en la fuente del Pla del Palau.
No sería la primera multa que afecta el entorno de Shakira durante su estancia en Barcelona. Hace unas semanas la estrella, que tiene también ascendencia catalana, tuvo que cambiar de coche después de que la Guardia Urbana multara a su chofer por no tener carnet convalidado y usar cristales ahumados. El coche fue inmovilizado.
DOBLE VARA DE MEDIR
Tanta diligencia es encomiable, pero llama la atención y -sobre todo- contrasta con la pasividad que el mismo alcalde y el mismo Ayuntamiento acaban de demostrar en un tema muchísimo más grave y relevante.
Tras más de una semana, en la que el Consistorio y Hereu miraron para otro lado, el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha prohibido el homenaje a la colaboradora etarra Laura Riera convocado para este sábado 21 de agosto de 2010 en la plaza Raspall del barrio barcelónes de Gracia.
El juez, que sustituye a Baltasar Garzón al frente del Juzgado Central de Instrucción número 5, considera que la celebración de este homenaje durante las fiestas del barrio supondría la «exaltación del currículo delictivo» de personas «vinculadas a la organización terrorista ETA«.
El magistrado ordena a la Consejería de Interior de la Generalitat de Cataluña y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que «adopten las medidas necesarias» para evitar la celebración del acto, que conllevaría la comisión de un delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas.
INSTANCIA DE LAS VÍCTIMAS
Ruz ha adoptado esta decisión a instancias de la asociación Dignidad y Justicia (DyJ) y de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, que le reclamó que impidiera la celebración del acto al entender que su única finalidad es «la justificación de las acciones delictivas desarrolladas en nombre de ETA y la adulación pública de quienes las cometen, animando a su mantenimiento«.
Laura Riera, ex funcionaria municipal, fue condenada en mayo de 2004 a nueve años de cárcel por aprovechar su empleo y el acceso que le daba a matrículas de coches y direcciones, para colaborar en varios asesinatos con el «comando Barcelona«.
Este grupo etarra actuó en Cataluña entre 2000 y 2001 llevando a cabo atentados como el que costó la vida del ex ministro socialista Ernest Lluch.
Los grupos independentistas, antisistema y catalanistas que preparaban el recibimento, todavía no han dejado claro si suspenden anuncian su intención de utilizar las fiestas del barrio de Gracia para celebrar una marcha de antorchas exigiendo la liberación de dos supuestas «presas políticas» catalanas.
SARCASMO Y OFENSA
Resulta particularmente sangriento que los convocantes presenta una imagen juvenil e inofensiva de la etarra Riera.
El alcalde de Barcelona se equivoca gravemente con su actitud pasiva y supuestamente «neutral», que ha dejado toda la responsabilidad en manos de la Audiencia Nacional.
Jordi Hereu está al frente de una ciudad que ha sufrido reiteradamente los zarpazos del terrorismo. Esta actitud de lavarse las manos ofende a las víctimas y a una gran mayoría social porque el Ayuntamiento debería haber tomado la iniciativa de prohibir el homenaje, cumpliendo así un deber elemental desde el punto de vista moral y político.