La política es cosa de mujeres.

MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Lo primero que me sorprendió, cuando el pasado día 23 vi el ‘revival’ que José Bono montó en el Congreso de los Diputados, fue la abundancia de trajes oscuros con corbata en los escaños. Luego comprendí que lo que realmente me había chocado era la escasez de mujeres: hace treinta años, solamente había diecisiete diputadas. Hoy son ciento treinta. En estas tres décadas, la incorporación de la mujer a la vida política ha sido meteórica, imparable. Cierto que ahora no presiden ninguna de las dos cámaras legislativas nacionales y tampoco, con la excepción de la ‘lideresa’ Aguirre, encabezan comunidades autónomas, aunque eso es algo que me parece que va a cambiar de inmediato.

Es más: yo creo que la política se va a convertir en ocupación preferentemente de mujeres. Porque mujeres son las que, en porcentaje de superioridad importante, pueblan las facultades de Políticas, de Derecho, de Periodismo… Y más mujeres que hombres ocupan ya los tribunales, se presentan a las oposiciones para los altos cuerpos funcionariales del Estado, copan alcaldías y concejalías. Y me alegro de que, progresivamente, escalen puestos en la representación pública: sé que decir esto que voy a decir me traerá quebraderos de cabeza y no todos lo entenderán, pero me parece que las mujeres son superiores a los hombres en las cosas importantes de la vida. Por algo será que son más longevas que los hasta hace poco prepotentes machos.

Por todo ello me produce hasta cierta perplejidad esa pregunta, tan repetida, que a veces lanzan algunos de mis colegas: ¿está España preparada para tener a una mujer como presidenta del Gobierno? En un desayuno informativo, multitudinario e interesante, ‘cazaron’ a la ministra de Defensa con una de esas preguntas ‘capciosas’. Naturalmente que España está preparada para tener a una mujer como presidenta. Como lo estuvo Gran Bretaña o lo estaba Alemania y, casi, los Estados Unidos. Y naturalmente que Carme Chacón, como otras muchas -otras no tanto-, está lista para dar el salto a La Moncloa, si se puede y si conviene. Y si las eventuales elecciones primarias así lo decidiesen en una pugna con, por ejemplo, Pérez Rubalcaba.

No estoy con ello, por supuesto, haciendo campaña a favor de Carme Chacón como sucesora (posible, probable o presunta) de Zapatero. Allá ellos con sus dimes y diretes internos, que no son pocos. Solo digo que el cambio, el verdadero cambio que se ha producido en estas tres décadas, ha sido esa irrupción de las mujeres en política. Y ha sido, por cierto, uno de los pocos fenómenos políticos que, con excepciones -y todos pensamos en algunas muy notorias-, han sido para bien.

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