El periodo de interinidad que ha empezado a recorrer Zapatero será nocivo para un país con casi cinco millones de parados, con un alto endeudamiento, un grave desequilibrio en sus cuentas públicas y un serio problema de crecimiento
¿Dónde se ha metido Emilio Botín? El banquero, que hace diez días instó a Zapatero a permanecer en La Moncloa hasta 2012, se ha esfumado.
La tesis de Botín era razonable: España atraviesa una etapa económica muy delicada y abrir una batalla por la sucesión, podía estimular la inestabilidad.
Vale, pero ahora, a la vista del guirigay que se ha montado en el PSOE, cuyas huestes aclamaron este 3 de abril de 2011 a tres de los suyos -Zapatero, Rubalcaba y Chacón- al grito de «presidente«, lo razonable es que el banquero Botín saliera de nuevo a la palestra y pidiera elecciones anticipadas.
Puede que la celebración de primarias sean una muestra de democracia interna en el PSOE, pero el periodo de interinidad que ha empezado a recorrer Zapatero será nocivo para un país con casi cinco millones de parados, con un alto endeudamiento, un grave desequilibrio en sus cuentas públicas y un serio problema de crecimiento.
Resulta iluso pensar que un Gobierno como Zapatero al frente puede adoptar las medidas de ajuste que necesita el país sin tener en cuenta el grave coste electoral que pueden implicar. La contradicción es insalvable.
Y se hará mucho más acusada si en las elecciones municipales y autonómicas del 22-M, los socialistas se llevan el revolcón que predicen las encuestas.
Si es serio y el PSOE pierde Castilla-La Mancha, Barcelona, Sevilla, varias autonomías que controla ahora y la mayor parte de las capitales de provincia no va ser fácil para Zapatero seguir disfruhntando de La Moncloa hasta el 2012.
El diario El Mundo revela este 4 de abril de 2011 que el Ministerio de Interior está elaborando informes sobre delincuencia, drogas y otras materias para que La Moncloa pueda hacer un uso electoral de esos datos durante la campaña.
Naturalmente, La Moncloa es Rubalcaba, que, en su calidad de vicepresidente, controla su maquinaria. Y cae por su peso que la Policía no puede en una democracia servir de servicio de documentación al partido en el poder.
Rubalcaba está jugando sucio en el doble frente externo e interno. Está utilizando al Estado para obtener ventaja sobre las otras fuerzas políticas, pero también puede aprovechar esa información privilegiada para ayudar a los barones del PSOE, claves por su notable influencia en la batalla por la sucesión.
Esperemos que Carme Chacón no contraataque con las mismas armas y no acabe siendo cierto el tan ingenioso como inquietante comentario de Rodríguez Ibarra de que, al final, todo se va a reducir a «un enfrentamiento entre policías y militares».