El mango de la sartén.

MADRID, 6 (OTR/PRESS)

El problema que, ya pasó de castaño a oscuro, empieza a entrar de lleno en la negrura del descrédito que salpica a los tres grandes pilares de la democracia: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Tres poderes que deberían vigilarse, equilibrarse y garantizarse y que por obra y desgracia de un pésimo desarrollo de algunos aspectos de la Constitución, ninguno de los tres cumplen realmente su función. El sometimiento del poder Judicial al Legislativo y las componendas y el indudable influjo que en este tiene el Ejecutivo, han convertido al Tribunal Constitucional en una caricatura de lo que debió ser y nunca fue.

Me voy a mantener al margen del «caso Bildu» porque ni he leído la sentencia completa ni los votos particulares de los discrepantes. Y me mantengo al margen porque el verdadero problema es la vergüenza que viene repitiéndose -creo que esta es la cuarta- cada vez el TC enmienda la plana a Supremo, le regaña y firma una sentencia por la mayoría que se corresponde a los apellidos no escritos de los magistrados propuestos por un partido u otro. Y eso que esta vez uno de los «enviados» por el PSOE ha votado en contra de sus compañeros, se ha pasado al «bando» contrario.

Y ese es el verdadero problema: que haya bandos en una institución tan fundamental como es el TC. Lo fue cuando el voto de calidad en el caso RUMASA y lo sigue siendo no sé cuantos años después en el caso Bildu. No hemos aprendido nada, no hemos legislado nada que mejore nuestro sistema democrático y los escándalos se vienen sucediendo hasta llegar a lo que hemos llegado: un enfrentamiento evidente y público entre los dos alto tribunales, una fiscalía general que lo es del gobierno de turno y no del estado y una Audiencia Nacional cada vez más rara y contradictoria.

Pero esto es lo que hay y la culpa la tienen los dos grandes partidos ya que son ellos los que ocupan el poder y son ellos los que podrían pactar la reforma urgente y necesaria para garantizar la imparcialidad de la Justicia. Ni lo han hecho ni lo van a hacer porque también son ellos los que pensando en la lógica alternancia no quieren soltar la sartén que tienen cogida por el mango: medio controlar el sistema judicial es un caramelo demasiado goloso para renunciar por honradez a su dulce sabor

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