A vueltas con España.- Dos lagunas de Rubalcaba.

MADRID, 10 (OTR/PRESS)

El flamante candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha propuesto establecer algún tipo de control previo del Estado -léase Gobierno- sobre los planes urbanísticos de ayuntamientos y comunidades autónomas para atajar la corrupción. Puede ser un buen propósito, pero es una de las partes menos fundamentadas de su brillante discurso, en el que, en general, demostró tener el país en la cabeza. ¿Por qué no acertó en este caso? Al menos por dos razones: una, porque la Constitución española (artículo 148) reconoce a las comunidades autónomas las competencias en ordenación del territorio, urbanismo y vivienda, de manera que así lo reflejan también sus estatutos de autonomía, que son leyes orgánicas del Estado, y dos, porque las comunidades autónomas también son Estado. De hecho, el representante ordinario del Estado en cualquier autonomía es su presidente. Una cosa es el Estado y otra es el Gobierno, aunque en España muchos políticos confunden ambos términos.

En el discurso de Rubalcaba, en general bien armado, también hay otra laguna, relativa a la economía. El candidato dijo que lo urgente es crear empleo -misión en la que implicó a bancos y cajas- y que lo importante es cambiar la economía para innovar y hacerla sana y competitiva. Vayamos también por partes. Primero, el empleo solo se genera con crecimiento del producto interior bruto y eso rara vez se logra con urgencia, ya que requiere a su vez muchos otros procesos, como aumentar el consumo público y privado, exportar más, atraer más turismo, etcétera. Y segundo, en el caso de España, que es una economía desarrollada pero no puntera en productividad, hace falta crecer no menos de un 2% -a veces hasta un 2,5% o incluso un 3%- para crear empleo. Recordemos en ese sentido que el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, mantiene su previsión de cerrar este año con un crecimiento del PIB del 1,3%, es decir, siete décimas menos de lo necesario para crear empleo neto con garantías, una clara señal de que el problema del paro en España va para largo, con o sin Rubalcaba.

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