Conversaciones en La Habana.

MADRID, 02 (OTR/PRESS)

Calor tórrido, esperanzas difusas, turismo de contingencia para observar la única revolución de occidente que ha conseguido traspasar los umbrales del siglo XXI. La Habana camina despacio en la era de las tecnologías pero hay una cierta confianza en que las medidas aprobadas por el congreso del Partido Comunista Cubano liberalicen la economía y permitan el afloramiento de una incipiente clase empresarial.

El camarero de La Flor de Loto -un reducto mestizo de comida china y cubana en el corazón del barrio chino- pregunta por los problemas de la política española y disociándose de su propia realidad cubana, nos pide explicaciones de los fracasos de la política de Zapatero lo que dispara el difuso patriotismo que podamos llevar dentro los supervivientes de una transición que ahora se afirma inacabada.

Es difícil explicar cómo se ha podido pasar de la pretensión de estar por encima de Francia e Italia en Producto Interior Bruto a una atmósfera de casi cinco millones de parados. El estancamiento de la construcción ha resultado letal en un renglón de la economía que abarrotó de mano de obra poco cualificada el mercado laboral.

Con 700.000 viviendas pendiente de venta, con un atracón de suelo hipotecado a valores imposibles, es difícil la digestión de la crisis. Y los bancos, temerosos de sus morosos, han cerrado el grifo del crédito.

Pero todo esto es muy complicado de explicar en La Habana. Aquí la crisis es eterna desde la caída del Muro de Berlín; tener casa es un milagro y pensar en el día de hoy por la tarde la máxima prioridad para conseguir alimentar la despensa.

Por eso el camarero de la Flor de Loto tiene problemas de comprensión de lo que ocurre en España. El, como la mayoría de los españoles, le echa la culpa a Zapatero. Quizá por la ternura que nos obliga la distancia nos entran ganas de defender al presidente. Hubiera sido más fácil si hubiera tenido el coraje de hablar claro en el momento oportuno y desechar el efímero paso por una gloria inexistente. Hoy está condenado a ser un segundón en la historia. No será el único.

Le contamos a nuestro interlocutor que hay elecciones generales en Noviembre en donde va a ganar un líder, Mariano Rajoy, a quien no quieren la inmensa mayoría de los españoles. «Son cosas de la democracia», le sentenciamos.

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