El presidente de Cantabria, Ignacio Diego, ha llamado este domingo a alcanzar dos grandes pactos: uno centrado en el crecimiento económico, y otro que «estabilice» las relaciones entre los tres niveles de la Administración (estatal, autonómico y municipal), para que la «España de las diferencias» no «oprima» a la «España de las coincidencias».
Estos pactos se basan en la premisa del valor de la «seguridad» y la «previsibilidad» en la política, con el objetivo de acabar con la «incertidumbre» que genera el país, tanto en el apartado económico como en el modelo autonómico.
Y también responde a los «nuevos tiempos» que vive Cantabria, que para Diego, en el futuro tendrá que «avanzar en territorios inexplorados» y, en cierto modo, «reinventar» su autonomía para poder «cumplir» sus fines sociales.
«España no es una nave que el capitán pueda ir subastando entre los marineros durante la travesía. La España de las diferencias no debe oprimir a la España de las coincidencias. Nuestro modelo de Estado es que somos fundamentalmente iguales, no que somos fundamentalmente distintos», ha manifestado el jefe del Ejecutivo.
Diego se ha expresado así en su primera intervención como presidente de la Comunidad en los actos del Día de Cantabria, que se celebra en la localidad de Cabezón de la Sal –primer municipio que solicitó la Autonomía para esta Comunidad–.
Y lo ha hecho en un discurso en el que ha recordado a los desempleados cántabros, «prioridad fundamental» del nuevo Gobierno regional, y en el que ha apelado a valores como el esfuerzo, el trabajo, la solidaridad y el diálogo, mostrando su optimismo en las «posibilidades» de Cantabria que le convencen de que la Comunidad «va a superar» estos momentos de dificultades.
Es un discurso que han seguido el ex presidente y la ex vicepresidenta regionales, el regionalista Miguel Angel Revilla y la socialista Dolores Gorostiaga; o el delegado de Gobierno en Cantabria, Agustín Ibáñez, quien ha participado en el acto junto al presidente del Parlamento, José Antonio Cagigas; y la alcaldesa de Cabezón de la Sal, Esther Merino (PP), ataviada con el traje de gala de las villas pasiegas.
También han asistido el senador del PP Gonzalo Piñeiro; el presidente de la Autoridad Portuaria y ex presidente regional; José Joaquín Martínez Sieso; los diputados socialistas Rosa Eva Díaz Tezanos y Juan Guimerans y los regionalistas Francisco Javier López Marcano y Rafael de la Sierra, entre otros.
«TIEMPOS NUEVOS» y «NUEVA CANTABRIA»
A juicio de Diego, Cantabria se enfrenta ahora a «nuevos tiempos», para los que son importantes valores como el diálogo, el esfuerzo y la solidaridad.
«Hemos de avanzar por territorios inexplorados y por experiencias inéditas, que requieren imaginación y debate», ha descrito Diego, para quien uno los problemas «más importantes» e «inadvertidos» de Cantabria es la «escasez» de foros para el diálogo, ya que, aunque existieran en casos como el Parlamento o la Concertación Social, en realidad esos ámbitos eran «escenario de monólogos cruzados».
Por tanto, ha instado a buscar «más espacios de acuerdo y de diálogo», dentro de la «nueva cultura de la Autonomía», en la que el diálogo debe ser una de las «principales herramientas», un «capital social» que debe «acrecentarse» para conseguir la «cercanía» entre instituciones y ciudadanos, porque permite «ponerse en el Lugar del otro» y «apostar por el triunfo del mejor argumento».
Diego ha precisado que «la mayoría absoluta proporciona la responsabilidad máxima, pero no por el don de la infabilidad» ni debe ser «el justificante para un monólogo». El presidente la concibe como la «garantía» de que el diálogo «no quedará en palabras» y se traducirá en «decisiones firmes».
Y ha apelado al valor del esfuerzo personal, que en la reciente etapa no «se había perdido, pero sí quizá que se había perdido de vista», de forma que el mérito del «trabajo bien hecho» quedó «difuminado» bajo otros factores que lo ocultaban, como las subvenciones o los créditos fáciles.
«Tenemos que ser conscientes del valor de un esfuerzo personal orientado a unos resultados que solamente vendrán de una constante aplicación y de un constante aprendizaje. La nueva Cantabria sólo podrá ser una Cantabria de elevado bienestar si en su programa vital incluye la búsqueda de la excelencia y la conciencia del trabajo personal», ha observado.
Además, Diego ha hecho hincapié en el valor de la solidaridad, una «belleza ética» de Cantabria que a veces no se percibe por las referencias a sus «bellezas geográficas».
Estas solidaridad se plasma en los «fuertes lazos solidarios» de familias y generaciones, además de las «redes de amistad y de buena vecindad», y que se prolonga en el trabajo de asociaciones y ONGs.
De hecho, el presidente considera que «si no fuera por estos valores, hoy no estaríamos hablando sólo de una situación económica difícil, sino de una quiebra de la convivencia, que no se ha producido ni se producirá porque el espíritu de las personas de Cantabria posee estas energías éticas de la solidaridad y de la asistencia recíproca».
«UN ZOMBIE PRODUCTOR DE DISCORDIAS»
Pero esta «nueva Cantabria» que concibe Diego «no es una isla», sino «parte del cuerpo y el alma de España», dentro de un «destino general», como españoles, aun que también dentro de la UE y el mundo.
Como tal, «también tenemos algo que decir, en pie de igualdad con los demás», y ese consejos es que se necesitan «políticas de ajuste», pero también «de crecimiento», que «tienen que ser creíbles» y no dar la imagen de que respondan a «ocurrencias episódicas».
Diego ha apostado por la «seguridad» y la «previsibilidad» para gobernar, eliminado «incertidumbres» en los aspectos económicos y en el modelo autonómico.
Además, para el presidente, «España tiene que reconciliarse sobre su pasado, pero no reabrirlo para que circule por el país como un zombie productor de nuevas discordias», además de «reconocer y valorar su pluralidad cultural, pero no convertirla en el paradigma de la incomunicación y el prejuicio».
