Los Presupuestos adelgazan hasta lo irrelevante proyectos de marcado sesgo ideológico como la Memoria Histórica
Lo dijo Margaret Thatcher: «El problema del socialismo es que, al final, el dinero de los demás se acaba«.
Eso es, tal cual, lo que ha sucedido en la España al límite que ha dejado en herencia el zapaterismo.
Y lo malo no es sólo el hecho de que lo haya despilfarrado, sino también en qué lo ha despilfarrado: experimentos contra la libertad, atentados contra la igualdad y ese pintoresco magma ideológico que ha caracterizado al adanismo del anterior presidente del Gobierno.
Afortunadamente, el tijeretazo de Rajoy pone coto a la ingeniería social de las dos últimas legislaturas.
Los Presupuestos adelgazan hasta lo irrelevante proyectos de marcado sesgo ideológico como la Memoria Histórica: el Gobierno recorta en 3,7 millones de euros las subvenciones, lo que supone una reducción del 60% respecto a 2011.
La medida completa la supresión, hace un mes, de la Oficina de Víctimas de la Guerra Civil, chiringuito creado por Zapatero para coordinar la exhumación de desaparecidos.
Queda reducida a la mínima expresión la ridícula Alianza de Civilizaciones, sin ninguna partida nueva, más allá de los compromisos heredados de Zapatero.
Así, disminuyen las subvenciones en Cooperación y Desarrollo un 65,4% y pasan a la Historia ayudas tan pintorescas como las destinadas a «la resolución de conflictos con los hipopótamos de Guinea-Bissau«.
El nuevo Gobierno recorta también considerablemente los privilegios de UGT y CC OO en el apartado de «apoyo instrumental a la negociación colectiva» en la función pública, que se había disparado durante la etapa Zapatero, como una forma más de ganarse la complicidad de las centrales.
El ajuste se lleva por delante la Unidad Militar Estratégica (UME), creada por Zapatero y el entonces titular de Defensa, José Bono, como un cuerpo de intervención rápida en casos de catástrofe o calamidad.
Aunque lo verdaderamente calamitoso era incurrir en una manifiesta duplicidad, con las Fuerzas de Seguridad o Protección Civil, al dedicar al Ejército para intervenir en «inundaciones, avenidas, nevadas […] incendios forestales […] o contaminación de medio ambiente» (¿?), como reza el Real Decreto.
¿Qué sentido tenía crear una especie de Brigada de Bomberos Bis? En lugar, por ejemplo, de reforzar la escasa operatividad de unas Fuerzas Armadas, singularmente el Ejército de Tierra, que tiene buena parte de los efectivos en el exterior.
Por no hablar del agravio comparativo con otras unidades ante la UME que por ser la niña mimada de Zapatero disponía, por ejemplo, de los más sofisticados helicópteros.
Pero, sin duda, la rectificación que reconcilia la democracia española con el Estado de Derecho es la supresión del Observatorio de Salud para la Mujer, eufemismo que servía para amparar proyectos abortistas, con cuantiosas subvenciones. Una iniciativa acorde con la decisión del Gobierno de Rajoy de acabar con la ley Aído que convertía el aborto en un derecho.
Con los Presupuestos más austeros de la democracia no sólo termina el derroche, sino también los últimos restos de una ideología -por llamarla de alguna manera- entre lo friki y lo liberticida, que para mayor escarnio nos costaba un riñón a los españoles.
NOTA.- LEER ARTICULO ORIGINAL EN ‘LA GACETA‘