Después de leerme docenas y docenas de páginas escritas por Iñaki Anasagasti –el mayor grafómano del PNV- me prometí una severa abstinencia de sus escritos en el Deia. Sin embargo, he incumplido mi promesa. Por casualidad leí su sábana dominical del 29 de octubre, y, como me ocurría cuando frecuentaba su prosa árida, encontré un error descomunal.
En las ocasiones anteriores, le he leído datos e interpretaciones sobre el bombardeo de Guernica; la traición del PNV y del Gobierno vasco al Frente Popular cometida al rendirse en Santoña en 1937 a los fascistas italianos; el trato del franquismo a los vascos -¡cuántos vascos hubo en la conspiración del 18 de Julio y en torno al general, que veraneaba sin problemas en San Sebastián!; por cierto, dudo de que el Rey, Aznar o Rodríguez pudiesen hoy veranear en la capital de Guipúzcoa-; o el supuesto rechazo de los vascos a la Constitución. He llegado a la siguiente conclusión: cuando Sor Ana Sagasti –mote de Jon Juaristi– afirma algo sobre la historia de los vascos o del PNV, la verdad es lo opuesto.
El pasado domingo, Anasagasti escribió contra el Rey. Le reprochó que fue nombrado por Franco, lo que es cierto, con el matiz de que el padre de Arzallus, presidente de su partido durante décadas, sirvió en el ejército rebelde como requeté voluntario; y éste no fue un caso extraordinario en el PNV.
Lo pasmoso es que critique la atención informativa al nacimiento del primer hijo del heredero de la Corona de España con esta afirmación.
Es de destacar que la figura de los príncipes no consta en ningún artículo de la endiosada Constitución, pero eso, al parecer es lo de menos.
Pase que los chicos que estudian en una ikastola de Ondárroa o Mondragón desconozcan la Constitución, pero no alguien que ha sido diputado entre 1986 y marzo de 2004 y senador en esta legislatura. ¡La Constitución regula la figura del príncipe de Asturias en tres artículos!
¿Cómo un parlamentario que ignora la Constitución puede intervenir en la redacción de las leyes? ¿Qué conocimientos tiene de la legislación que aprueba para que los demás la cumplamos?
Mientras Anasagasti dormita en el Senado y muestra a los parroquianos de los batzokis que en Bermeo se vive mejor que en Madrid, un concejal socialista en Elorrio ha dimitido por miedo a las amenazas de los etarras. Que yo sepa, ni Juan José Ibarretxe ni Josu Jon Imaz ni Anasagasti ni el obispo Uriarte se han pasado por la casa de éste para animarle.
