Poco a poco, Rodríguez nos está alejando de Europa y acercando a esos dos ejemplos de libertades que son Marruecos y Venezuela, donde los periodistas díscolos acaban encarcelados, multados o apaleados. Con los poderes del CAC y el anteproyecto de ley audiovisual que prepara Montilla, no sólo nos aproximamos a esos importantes miembros de la Alianza de Civilizaciones, sino que retrocedemos en el tiempo a la Segunda República, época admirada por Rodríguez.
Antes de que concluyese la elaboración de la Constitución de 1931 (diciembre), las Cortes Constituyentes, a instancias de los republicanos de Manuel Azaña , de la Esquerra y del PSOE, aprobaron la Ley de Defensa de la República. Ésta anulaba la libertad de opinión que luego reconoció –sobre el papel- la ley fundamental en su artículo 34, equivalente al 20 de la Constitución de 1978.
En el artículo 1º de la Ley de Defensa de la República, se consideraba un “acto de agresión a la República”:
Difundir noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público.
Toda acción o expresión que redunde en menosprecio de las instituciones u organismos del Estado
Con esa ley, pedir la dimisión del ministro Montilla por el crédito que La Caixa condonó al PSC podría ser un “acto de agresión” al régimen. Y también mi Diccionario.
Con ella en la mano, Azaña clausuró más de un centenar de publicaciones después del pronunciamiento del general Sanjurjo y desterró a docenas de personas a África. El propio Azaña cuenta en sus Memorias políticas una audiencia en la que se comportó con la chulería que le hizo odioso a toda España:
Me visitan los directores de El Debate, El Heraldo y La Época. Vienen a interceder por La Correspondencia Militar, que lleva suspendido dos meses. También piden que se establezca una gradación en las sanciones que se impongan a la prensa al aplicar la Ley de Defensa de la República, comenzando por el apercibimiento. Me es agradable afirmar delante del director de El Debate mi resolución de romper el espinazo (sic) al que toque a la República.
Después, hubo otras leyes similares, elaboradas por las derechas y las izquierdas. El resultado es que la Segunda República fue un régimen con menos libertad que la Restauración y el actual. ¿Va a ocurrir lo mismo con Rodríguez?
