Los progres nos aman tanto que quieren que su mundo feliz sea el nuestro: un mundo con multiculturalidad, plurilingüismo y monopolismo informativo, pero hasta que advenga hay que hacer sacrificios.
En El País del jueves 26 se publicaba una noticia que mostraba el grosor de la torre en la que viven los progres y el desprecio que tienen a la gente normal, a la que no pertenece a la secta. El corresponsal en Italia daba la noticia de la aprobación de una ley que permite a los ciudadanos defender su vida y sus bienes de los delincuentes incluso con armas. Vamos, la legítima defensa, tan mal vista por los mismos que disculpan a los terroristas islamistas.
Enric González, que titula con gran ingenio su artículo Licencia para matar, enuncia con escándalo la siguiente deducción:
El valor de la vida humana queda, por tanto, equiparado al de los objetos.
El señor González, como todo buen progre, no tiene problemas para llegar a fin de mes y no comprende que, para muchos, 10.000 pesetas es un capital.
Unas páginas delante se encontraba la noticia del asesinato de un comerciante por unos atracadores. Quizás si hubiera tenido una pistola en su tienda no habría podido usarla, pero quién sabe. En Valencia, ese arma salvó varias vidas.
La polémica sobre la relación entre las armas de fuego en posesión de los ciudadanos y la delincuencia es vieja, pero hay dos puntos innegables: los delincuentes siempre tienen armas y la gente honrada no se plantearía tenerlas si hubiera más seguridad.
Los progres como González se niegan a sopesar estos hechos, porque no encajan con su mundo feliz, donde una mujer con una pistola en su bolso es peor que esa misma mujer violada.
He aquí las consigas del Imperio Progre para las cenas del fin de semana: las armas son fachas porque las usa Charlton Heston y la delincuencia es el precio que hemos de pagar por vivir en democracia.
(Por fin, Rodríguez ha comparecido ante los españoles para dar explicaciones sobre el Estatuto. Lo ha hecho en la televisión, como Franco. Y no en la cadena pública, sino en una privada, propiedad del mismo de quien dicen que también posee el PSOE.)
