No hay cosa más paleta que un urbanita de excursión rústica un domingo por la mañana pongamos que en un pueblo de la Alcarria. Después de mirar con aire entre condescendiente y comprensivo las bellezas locales, uno tiene la impresión de que se va a arrancar a preguntarle a un paisano: Oiga, ¿me puede decir por donde cae el campo?.
Los de pueblo es que también gastamos mala leche pero nos la callamos más que los que van de ser de Madrid o de Barcelona o así. Que luego resultan que son todos de similar ascendencia tomillera. ¡Que no es mal olor para un culo!